Svetlana Alexiévich es considerada la periodista que mejor ha narrado los últimos años de la URSS. Y lo ha hecho desde un punto de vista humano. Lo que le interesa a Alexiévich son las consecuencias para el hombre con nombre y apellidos, para el individuo, ése que durante años pareció desaparecer en nombre de una causa mayor. Sus libros, como éste, están escritos en torno a conversaciones que ella recoge. Deja así que sean quienes lo vivieron los que cuenten la historia, una historia que ella no entiende si no es en la voz de la gente normal, de las personas que hacen, sufren y viven cada acontecimiento histórico.
Svetlana Alexiévich | Wikipedia Commons |
Muchos se preguntaron en su día por qué una periodista recibía el Nobel de Literatura. Leyendo este libro se entiende: hay periodismo porque el libro es, en realidad, un extenso reportaje. Pero también está lleno de literatura: no hay ficción, pero sí una enorme sensibilidad para extraer lo bello y lo único de cada testimonio. Como en todos los grandes libros, la lectura nos lleva más allá de lo que la autora nos cuenta. Se habla de Chernóbil, pero también de la muerte como destino del hombre, de la búsqueda de trascendencia, de lo que nos hace únicos, del amor que resiste y del que no.
Voces de Chernóbil es duro, pero sin sentimentalismos. Es duro porque logra que el lector empatice de verdad con las historias, no porque la autora se recree en la tragedia. Consigue que entendamos al hombre y la mujer que estuvo allí; a la que perdió a su esposo pero también a la que perdió su hogar, su paisaje cotidiano, incluso el campo y las flores de su infancia. Al que se quedó sin lo que hasta entonces daba por seguro. Al que se dejó allí las fotos, los recuerdos, incluso los muertos. Y al que dio la vida por un ideal que se desvaneció al poco tiempo. En realidad, el libro es un precioso homenaje al hombre normal y su lucha diaria para seguir adelante, aunque ocurra lo inimaginable. Ella logra darle un inmenso valor al sufrimiento cotidiano. Y consigue que el lector, que ya conoce los números de la catástrofe, llore y sufra con lo pequeño, con lo olvidado.
Ratita presumida
Será una de mis próximas lecturas y tengo muchas ganas de ponerme con ella. Estoy deseando encontrarme con esa sensibilidad tan especial de Alexiévich.
ResponderEliminarBesos.
Hola, Mara!! Seguro que no te decepciona. Además, como buena periodista, la lectura es muy ágil. Muchas gracias por pasarte por aquí!
Eliminar