jueves, 19 de mayo de 2016

Fausto, de Johann Wolfgang Goethe

Uno de los mayores retos al aprender una lengua es no sólo leer libros originales en el idioma, sino atreverse con los clásicos. En el caso del alemán el libro más conocido y emblema de la lengua (como nuestro Quijote) es Fausto, de Goethe. Leerlo en alemán era una locura que no llegué a cometer: lo leí en español y después leí en original los monólogos y poemas más famosos de la obra. Las cosas como son, suena mucho mejor así.

Goethe es una de las figuras más importantes de Alemania. Artista polifacético, fue entre otras cosas político, pintor, escritor, abogado y científico. Su obra fue muy amplia e influyente, y da nombre al prestigioso Goethe Institut, temido por juzgar el nivel de alemán de los que se atreven a estudiar esta lengua. Fausto es probablemente su obra más conocida, que redactó, corrigió y completó a lo largo de muchos años. Si Fausto fue capaz de convivir con Goethe tanto tiempo es por su temática variada, y por su carácter de obra universal por tener como protagonista a un hombre en busca la felicidad. Fausto tiene dos partes: Goethe publicó la primera en el año 1808, aunque algunos fragmentos y versiones previas llamadas Fausto original (Urfaust) ya existían. En el año 1832 y póstumamente se publicó la segunda parte.

El argumento de Fausto no lo inventó Goethe: se dice que existió en la realidad un hombre culto así llamado que fue acusado de brujería sobre el que se escribieron algunos textos. Su leyenda se representó también en teatros de marionetas, donde el tal Fausto pactaba con el diablo a cambio de conseguir ciertos favores. Goethe crea a un Fausto insatisfecho que tras estudiar todas las disciplinas posibles, sigue sin ver colmado su deseo (aspiración = Streben) de saber, lo que le impide ser feliz. Por eso pacta con Mefistófeles: él conseguirá que sienta una felicidad tan perfecta, que deseará que ese mismo instante no acabe nunca. En ese momento, Fausto morirá, y a partir de entonces servirá a Mefistófeles.

Goethe (Stieler, 1828)
Mefistófeles inicia un viaje con Fausto para mostrarle distintos aspectos de la vida, en los que interviene para „ayudar“ a Fausto a disfrutarlos y así alcanzar su objetivo de ser feliz. Fausto se lo pone muy difícil al cínico Mefistófeles, que a pesar de sus mentiras fracasa continuamente al intentar curar  la inquietud de Fausto.  Las dos partes del texto se identifican por los críticos como el microcosmos y el macrocosmos, donde se habla del amor encarnado por Margarita (Gretchen) en la primera parte y del poder o el arte en la segunda.

Lo que más me ha sorprendido de la obra ha sido notar su influencia y su actualidad. Es difícil saber si la influencia en libros posteriores procede de la leyenda o de la obra que nos ocupa, pero aunque el argumento no fuera suyo originariamente, la leyenda tomó en Goethe forma de obra de arte, y se ve clara su influencia en otras obras como El Retrato de Dorian Grey o El maestro y Margarita. Me encantó la escena del emperador y el dinero, lamentablemente tan premonitoria, y me sorprendió el comienzo: como pude comprobar en las notas (leí en alemán una versión comentada por Erich Trunz) la primera escena está inspirada en el libro de Job, donde Satanás propone a Dios poner a prueba al mejor hombre de la tierra (en este caso Fausto).

Sin duda la primera parte es mucho más fácil de entender e interpretar, pues nos habla de un mundo cercano. La segunda es más simbólica y abstracta, influida por la etapa clasicista del autor, donde aparecen múltiples personajes de la mitología griega sin función concreta en la obra. Hay quien dice que esta parte tiene influencia masónica, pero yo creo que simplemente hay que saber leer entre líneas. Según Trunz, Goethe nos habla del poder, de la sociedad, del arte, haciendo un homenaje a la cultura clásica que el autor admiraba profundamente.

Si alguna vez os animáis con Fausto, os recomiendo que lo hagáis con una edición cuidada. Fausto está escrito en verso, y en la variación de los ritmos y la belleza del poema reside gran parte del mérito de la obra. Yo leí una versión un poco simple, y leer el monólogo de Fausto del principio de la obra o las escenas con Margarita en alemán, me ayudó a valorar mejor el libro. Y si creéis que es demasiado para vosotros, atreveos sólo con la primera parte, y veréis cómo casi todas las escenas os suenan.

Ratita de laboratorio

2 comentarios:

  1. Buenas tardes. Hace un mes me embarqué en la aventura de leer Fausto, y lo he terminado recientemente. Coincido contigo en lo que se "pierde" en las traducciones, ya que también he leído algunos pasajes en la edición alemana que tengo. No obstante, es uno de los mejores libros que he leído, la calidad literaria de Goethe es estelar.
    Ya había leído a Goethe con anterioridad, Las desventuras del joven Werther, para ser exactos, y ya notaba esa magia y estilo en la pluma del genio alemán. Muy buen artículo, como en todos los publicados. ¡Saludos!

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    1. Hola Rodrigo,

      gracias por pasarte por aquí! yo hace mucho, mucho tiempo, empecé a leer el libro de Werther, pero lo dejé: creo que era demasiado joven. Desde que leí Fausto, me he propuesto volverlo a intentar.

      Poder comparar la versión en castellano y alemán es un lujo que nos ayuda a la lectura, y a valorar mejor a un autor que en su idioma original sería demasiado difícil. Leer ciertos pasajes en alemán y poder apreciar sus juegos de palabras y su dominio perfecto del verso y del idioma, no tiene precio.

      Por algo el Goethe Institut, es el Goethe Institut.

      Un abrazo!

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