Escribo muy poco tiempo después de haber terminado Oso, de Marian Engel, y aunque sigo sin saber bien cómo clasificarlo sí puedo decir que leerlo me ha hecho más feliz. Es una lectura distinta y algunas páginas suponen casi un desafío. Pero es una prueba más de que se puede hacer algo bello de casi cualquier cosa.
Oso cuenta la historia de Lou, una joven documentalista con la que es casi inevitable empatizar desde el principio. Y eso nos va preparando para lo que viene. La protagonista pasa de un trabajo mecánico en un sótano desde el que apenas se ve el sol a viajar a una isla al norte de Canadá, casi salvaje, en la que tiene la misión de clasificar la biblioteca de una mansión del XIX. El cambio en Lou comienza a producirse en el trayecto y culmina cuando llega a un lugar de ensueño, solitario, bellísimo, que contiene lo mejor de la naturaleza combinado con la mayor pasión de Lou, los libros. La joven pasará los primeros días llena de una energía nueva, que viene de un paisaje en el que por primera vez se siente a gusto y de un trabajo estimulante que desarrolla a su ritmo, en soledad.
Oso es la historia del viaje de Lou al fondo de sí misma. Le ayudarán el regreso al trabajo manual y el hecho de disfrutar de una forma nueva del cielo, las estaciones, el frío y el aire que respira. Pero lo que terminará de transformarla es el encuentro con el animal que ha vivido siempre en la propiedad: un oso viejo, encadenado, con el que la joven va creando un vínculo que termina siendo físico y espiritual.
La novela fue recibida con polémica cuando fue publicada por primera vez, en los setenta, pero también fue objeto de encendidos elogios. Para disfrutarla hay que dejarse llevar por las sensaciones y por el ambiente, mágico, que Engel ha ido creando desde el principio. Y bucear en lo que Lou proyecta en el animal, en lo que busca y encuentra en él. En lo que, por fin, aprende sobre ella misma. En lo que empieza a sentir por primera vez.
Hay alegría y, sobre todo, muchísima belleza en Oso, mérito de una autora que indaga en lo que está en lo más hondo de nosotros; en lo que hemos perdido en el camino. Algunas de sus páginas pueden resultar incómodas para algunos lectores. Pero el libro es mucho más... vale la pena arriesgarse.
Ratita presumida
¡Estamos en Twitter! Síguenos aquí: @ratasbiblioteca
También comento este libro, una de mis últimas lecturas. Soprendente lo bien contada que está la historia, como todo fluye con naturalidad y sin que nada chirríe. No sé si puede incomodar a alguien, siempre hay susceptibilidades delicadas, pero lo cierto es que Marian Engel cuenta la historia con mucha honestidad y poco afán de que nadie se sienta ofendido.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Ana! Supongo que tal y como escandalizó en su época es posible que aun hoy haya a quien no le gusten ciertas páginas. Aunque el libro es mucho más que eso: lo que más me gustó es ver la evolución de Lou y me encantó la forma de escribir de la autora, cómo describe la belleza y cómo extrae belleza de escenas, en principio, imposibles... Me alegro de que también te gustara. Gracias por pasarte, le echaré un ojo a la tuya!
Eliminar