Nos vemos allá arriba, de Pierre Lemaitre

Soy más de clásicos que de novedades y me cuesta que me guste de verdad un libro reciente. Pero animada por las recomendaciones le di otra oportunidad a Pierre Lemaitre y, recién acabado, puedo decir que Nos vemos allá arriba es de lo mejor que he leído en mucho tiempo. El estilo es buenísimo, la historia no pierde interés en ningún momento y los mensajes entre líneas son demoledores. Lo mejor, quizás, es que es un libro un poco inclasificable: el argumento es muy duro, pero hace reír en muchas páginas. Y cuando empezamos a tomárnoslo todo a broma, Lemaitre incluye momentos y frases que emocionan. Mucho.

El punto de partida de Nos vemos allá arriba es una de las últimas batallas de la Primera Guerra Mundial. Dos soldados, Edouard y Albert, se conocen cuando están a punto de morir por culpa de la falta de escrúpulos de su superior. Lo dramático del encuentro los une para siempre: los dos afrontarán juntos la vuelta a París y verán lo pronto que se olvida Francia de sus héroes. Y su historia va pasando por fases: de la mera supervivencia a la amistad, intimísima, que va surgiendo entre dos hombres que no tienen nada que ver pero que quedaron marcados para siempre en el mismo instante.

Nos vemos allá arriba podría haber sido un novelón dramático, por lo que tiene de trágico. Pero Lemaitre consigue que la historia funcione mucho mejor gracias al humor. El autor se burla de sus propios protagonistas y llena el libro de situaciones ridículas. Albert suda, tiembla, vive acomplejado, escucha en sueños a su madre... y Edouard termina tomándose a risa su vida y convirtiéndola en espectáculo. El villano de la historia es una caricatura en sí mismo, y también lo es el hombre que le pone contra las cuerdas. A ello se suma cómo está construida la historia, a base de giros llenos de ironía e incluso crueldad para los personajes, que ven cómo su vida parece irremediablemente unida a la persona que les arruinó su futuro.

Pierre Lemaitre | Salamandra

El lector va pasando del horror y la compasión a la sonrisa y la tensión en una historia que engancha desde las agónicas páginas del principio hasta el desenlace. Está especialmente bien construida la relación entre los dos ex soldados, que terminan formando un todo, un "matrimonio", como ironiza Lemaitre. Edouard es la locura, la acción, aunque apenas se mueva; Albert es el realismo, el sentido práctico, el miedo que paraliza tantas veces. Se crea entre ellos un vínculo único, hecho a base de compartir momentos durísimos y de salvarse la vida, mutuamente, varias veces. Su supervivencia contra viento y marea, y la verdad que hay en sus vidas y en su amistad, crea el contraste perfecto con la sociedad hipócrita que les rodea, que olvida a los que lograron volver mientras homenajea cínicamente a las víctimas. De cómo los verdaderos héroes lograron dejar a todos en evidencia trata esta historia, que es en realidad un precioso homenaje "a todos los muertos de la Gran Guerra, fuera cual fuese su nacionalidad" y una crítica brutal a quienes los dejaron morir. 

Ratita presumida

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