Tras un breve descanso,
leí el tercer volumen de En busca del tiempo perdido, con el que me
adentré en El mundo de Guermantes. En este tomo Proust vuelve a
enamorarse, esta vez de la Duquesa de Guermantes, a través de la que
conocemos la vida social de la época: las visitas, las cenas, las
fiestas y las recepciones que hacía la aristocracia de finales del
siglo XIX. Es un poco distinto a los otros dos libros: Proust se nos
hace adulto y dedica páginas y páginas a contar los detalles de
varias cenas a las que asiste. Creo que después de este tercer libro
puedo juzgar mejor esta obra literaria, que seguiré leyendo:
próximamente, Sodoma y Gomorra. Seguid leyendo, si leisteis A la
sombra de las muchachas en flor.
El segundo tomo de El
mundo de Guermantes se publicó en el año 1922, el mismo de la
muerte de Proust. Tiene como tema principal las relaciones sociales
de la aristocracia, que el autor critica por su banalidad y que le decepcionan
totalmente. Proust vive a través de sus amores y, tras Gilberta y
Albertina, en este tomo se enamora de la Duquesa de Guermantes, que
vive en la misma casa a la que se muda la familia por el
empeoramiento de la salud de la abuela. Proust desea conocer
personalmente a la Duquesa, e ir con ella a las fiestas, y es por
ello que recupera su amistad con Saint-Loup (familiar suyo) al que por fin va a
visitar al cuartel. En este libro las circunstancias hacen madurar
por fin al niño Marcel, y con él he entendido que Proust se
ganara muchas enemistades con su publicación, ya que, aunque usaba
nombres falsos, critica sin piedad con sus profundos análisis
psicológicos a muchísima gente de la aristocracia y alta burguesía
de su época.
En este volumen cobra
importancia el caso Dreyfus (que yo no conocía), por el que un
capitán de origen judío fue a la cárcel injustamente. La sociedad
francesa se dividió en dreyfusistas y antidreyfusistas, que
mostraron sus sentimientos antisemitas, al igual que se dividen los conocidos de Proust (él era dreyfusista). Zola escribió sobre este
tema el artículo „J'accuse“, en el que revela el escándalo
(algunos conocían la inocencia del condenado) y a raíz del cual se
suceden varias crisis en Francia. Según el libro, en cualquier cena surgía el tema, y mostrar simpatía (o lo contrario) por alguien dreyfusista, aunque fuera hablando de otra cosa, encasillaba a la persona en uno u otro bando.
Con este tercer libro de
la serie me ha pesado no saber francés. Proust da mucha importancia
al lenguaje, que caracteriza a cada uno de los personajes, y en las
cenas de sociedad son abundantes los juegos de palabras, que he
entendido más o menos gracias a algunas notas (en mi edición) más
que escasas. Eso me ha hecho plantearme cambiar con Sodoma y Gomorra
de traducción.
Sólo me queda añadir
que me ha encantado la última escena.
Ratita de laboratorio
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