martes, 19 de noviembre de 2013

Un matrimonio feliz, de Rafael Yglesias

Un matrimonio feliz es, pese a lo optimista de su título, uno de los libros más difíciles que me he leído últimamente. Rafael Yglesias intenta algo complicadísimo: describir en qué consiste formar una pareja y conseguir que dure décadas. Lo hace construyendo la vida de un matrimonio neoyorkino, desde las primeras miradas hasta la muerte de uno de los dos. Y en el empeño de ser fiel a su objetivo, y describir al milímetro los sentimientos de ambos, no omite ningún detalle, incluida la larga agonía de la esposa. El autor habla mucho de sí mismo en el personaje principal y eso, entre otras cosas, hace que el relato sea extraordinariamente creíble y realista. Hay páginas tan llenas de verdad que llegan a doler.

 El libro arranca con el primer encuentro de Enrique y Margaret en los setenta gracias a un amigo común. Es sólo una noche de fiesta compartida, pero les sirve a ambos para observarse mutuamente y preguntarse si podría haber otro encuentro. El segundo capítulo les sitúa en el presente, en el hospital: Margaret sufre un cáncer incurable y ha decidido abandonar el tratamiento y morir en su casa. Enrique decide apoyarla, a pesar de sus dudas y su angustia.

La estructura del libro sigue ese esquema, alternando capítulos del pasado de la pareja, que recuerdan algunos de los momentos clave de su vida en común, y el relato de su durísimo presente, al que llegan con un amor todavía vivo. Enrique evoca esos recuerdos cuando sus amigos y familiares elogian su fortaleza y él mismo se pregunta qué es Margaret para ella, y por qué para él no hay otra opción posible.


Rafael Yglesias. Libros del Asteroide


La respuesta está en esas vivencias, en esos días pasados juntos, importantes o intrascendentes, que fueron construyendo su historia: la forma en que superaron la peor crisis de su matrimonio tras nacer su primer hijo, la preciosa escapada de enamorados que vivieron pasados los cuarenta, el sacrificio de ella por la carrera de él, la preocupación de él por la felicidad en lo profesional de ella, la manera en que consensuaron la distinta manera que tenían de tratar a sus familias... Aunque también hay veces que Enrique, al pensar en el pasado, hace reflexiones que explican muy bien, más allá de los hechos, por qué el suyo fue un matrimonio feliz. Por ejemplo, cuando ella le confiesa que lo que más iba a echar de menos era la compañía, sin más, de Enrique. O cuando Enrique se da cuenta, mucho antes de que su mujer caiga enferma, de que ella

"...encarnaba lo que para él era perdurable: ahora que su padre había desaparecido, que su vanidad había desaparecido, que su fe en el arte había desaparecido, lo que él había extraído de auténtico valor de la vida era la vida que ella le había dado"

Es un libro repleto de sentimiento y de crudeza, pero ése puede ser también su principal problema. El exceso de realidad, que tanto valor le da a la obra, impresiona y hace daño. Para terminar de explicar el significado del amor en pareja, Yglesias cuenta los últimos días de Margaret poniéndonos frente a todas las miserias de la enfermedad, sin tabúes, encarnadas en la persona que Enrique más ama. Pero superar ese escollo tiene premio: un final bellísimo.

Ratita presumida

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