Este libro se cruzó
conmigo en la librería de la estación, en la que hacía tiempo
mientras esperaba un tren. Era corto, y satisfaría mi curiosidad, ya
que Stephane Hessel, considerado en parte inspirador del Movimiento
15-M, merecía mi atención porque dudaba (y lo sigo dudando) que lo
que pasó aquél día, lo hubiera provocado él. Indignaos no
es un libro, sino un discurso político ficticio (como tal nunca
existió) donde se insta a los jóvenes a tomar la iniciativa e
intentar cambiar el mundo que les (nos) ha tocado vivir, con sus
finanzas incomprensibles, sus ataques al medio ambiente y donde las
diferencias entre ricos y pobres crecen sin parar.
Stéphane Hessel fue
diplomático francés. Era miembro de la Resistencia francesa durante
la Segunda Guerra Mundial, y fue encerrado por espía en un campo de
concentración nazi. Contribuyó a la redacción de la Declaración
de los Derechos Humanos, acto que califica de gran avance para la
sociedad. Su librito se convirtió en un éxito de ventas en el 2010,
y dio nombre a los que el 15-M salieron en Madrid a la calle a, en
principio, pedir una democracia real. Murió hace diez meses.
El texto en sí es muy corto, y no está muy bien escrito: es en realidad el resumen de las palabras de Hessel en tres entrevistas y, por tanto, le falta unidad. Tampoco
dice nada muy innovador, aparte del llamamiento a la „indignación“
y no a otro tipo de sentimiento. Hessel compara su lucha en su
juventud contra el nazismo con la lucha que debería iniciarse
ahora, y reconoce que la falta de un enemigo físico y concreto
dificulta la canalización de la frustración. Pero anima a
indignarse ante lo que consideramos injusto, y a no conformarnos, ni
a aceptar lo que es inaceptable como una consecuencia inevitable del
funcionamiento del mundo en que vivimos.
Yo también creo que
indignarse es sano.
Ratita de laboratorio
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