martes, 30 de mayo de 2017

Cuentos, de Antón Chéjov


Como parte de la preparación para las vacaciones, he vuelto a leer a uno de los grandes rusos, Chéjov, esta vez en forma de cuentos. Si, como yo, os interesáis por el género no sólo como lectores sino como escritores aficionados, Chéjov es un imprescindible cuya influencia llega hasta nuestros días. Con una producción monumental, consiguió no repetirse, y gracias a esta antología yo ahora también tengo „mis“ cuentos preferidos de Chéjov.


Chéjov escribió muchísimos cuentos que fue publicando en varios semanarios hasta su muerte en 1904. Escribió tantos, que sus obras completas llegan a ocupar dieciocho volúmenes, y se dice que aún quedan cuentos por encontrar (algunos los escribió con pseudónimo). Aunque tiene algunas novelas cortas y obras de teatro, son sus cuentos los que le encumbraron como maestro ruso del género. En ellos su constante son los finales inconclusos y abruptos, que terminan de forma indefinida con una frase chocante, a veces aparentemente sin sentido, y casi siempre genial y los personajes complejos, que conocemos sólo parcialmente a través de sus acciones. Normalmente son oscuros, a veces tristes y resignados, y a menudo parece que Chéjov nos cuenta la vida de alguien normal que nos pasaría desapercibido, si él no nos mostrara un (su) mundo interior, más intenso de lo que cabría esperar.

Tras leerlo, entiendo por qué Chéjov es tan importante para los cuentistas: he visto su influencia en Dahl, Munro, hasta en King, y me ha parecido increíble su creatividad. Aunque todos sus cuentos provocan esa cierta inquietud tan de Chéjov, son todos diferentes, y sus protagonistas son de lo más variado: mujeres, hombres, ninos, ancianos, ricos, pobres... Dicen que afirmaba que era capaz de escribir un cuento de un día para otro con el tema que le propusieran, y nosotros sabemos no sólo que lo podría hacer, sino que lo haría bien. Porque otra de sus características es que, a pesar de escribir tanto, todos sus cuentos tienen una calidad relativamente alta.

Chéjov (wikipedia)
Es muy complicado elegir unos cuentos preferidos, sobre todo si sólo se han leído una mínima parte del total de su obra. Pero os diré que leyéndolo entendí por qué La dama del perrito es el más conocido, y que sé que nunca olvidaré Tristeza, Vanka, Ganas de dormir ni Enemigos. Si tuviera que elegir uno, elegiría La Corista.

Como los cuentos de Chéjov son muy cortos, es mejor leerlos sin saber de qué van, para sorprendernos y disfrutar más las pocas páginas que ocupan. A pesar de ello, os hablaré de Luces, que no es mi cuento preferido pero que tiene mucho de Chéjov, con sus paisajes simbólicos, sus protagonistas misteriosos y sus mujeres.

En Luces, un hombre extraviado charla con dos ingenieros civiles que trabajan construyendo la vía del tren. Es de noche, y desde la vía ven las luces de un pueblo lejano. Antes de acostarse hablan de la vida, del desengano y la desesperanza, que son sentimientos típicos de viejo. Sentir desgana por vivir y no disfrutar de joven es fatal, y para ejemplificar sus palabras, el ingeniero jefe cuenta una historia de su juventud sobre una mujer.

Creo que una colección o antología corta de Chéjov es un buen regalo siempre, perfecto para los que tienen poco tiempo para leer o les cuesta concentrarse. La que yo leí (Alba Editorial) tiene 61 cuentos, y me ha parecido perfecta, aunque al principio los cuentos eran tan cortos y los leí tan rápido que sentí que no iba a disfrutarlos. Además están ordenados cronológicamente, lo que permite estudiar la evolución de Chéjov a lo largo de los anos.

Os invito a que leáis a Chéjov en cualquiera de sus múltiples colecciones y nos contéis cuáles son, para vosotros, sus mejores cuentos.

Ratita de laboratorio

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