Siendo una niña decidí
que algún día leería la Biblia, para conocer las aventuras de
Moisés que contaba el libro del Éxodo después de haber atravesado
el Mar Rojo. Con el tiempo fue la curiosidad por el libro en general
lo que me llevó a leerla: saber qué cuenta para que sea libro de
cabecera de tantas personas, entender por qué siendo tan larga
siempre se leen los mismos fragmentos en las celebraciones religiosas
o por qué es el libro favorito de Madonna... Tenía ganas de acudir a la fuente de todo aquello que aprendí de niña para saber si, sin clase de religión de por medio,la Biblia en sí puede decirnos algo.
Advierto, antes de que
sigáis leyendo, de que el post es largo.
La Biblia, según el
diccionario, es el conjunto de libros sagrados del cristianismo y el
judaísmo. Eso significa que el libro es en principio común a las
religiones judía, católica, ortodoxa y protestante, pero en realidad no es exactamente igual en cada una de las creencias. Por supuesto, la primera diferencia es que en
el judaísmo el Nuevo Testamento no existe, ya que es la parte que
narra la vida y milagros de Jesús (judío), a quien sus
contemporáneos nunca reconocieron como enviado de Dios. Los demás
libros, pertenecientes al llamado Antiguo Testamento, se agrupan de
otra forma, se distribuyen en distinto orden y se llaman de distinta
manera: por ejemplo, los libros del Pentateuco forman la Torá (ley
en hebreo) judía. Algunos tampoco aparecen en todas las biblias,
como los deuterocanónicos.
Los libros que pertenecen
a la Biblia y la versión elegida como base para su traducción que
se usa en todo el territorio católico fue la Vulgata, a su vez
traducción latina de la Septuaginta o Biblia Griega de los LXX,
decisión que se tomó en el Concilio de Trento. La Septuaginta era
la versión de la biblia hebrea escrita en griego que se utilizaba
por las comunidades judías que no vivían en Judea y por las
primeras comunidades cristianas. Algunos de sus libros no aparecen en
la biblia hebrea actual, que son una versión posterior de textos más
antiguos escritos en hebreo y arameo. Estos libros que faltan se
denominan deuterocanónicos, y algunos grupos de la religión
protestante y ortodoxa tampoco los considera sagrados.
Otra importante
diferencia entre las biblias es que por ejemplo en las protestantes
suelen faltar notas explicativas, ya que defienden que la
interpretación de los textos la puede hacer cada creyente recibiendo
la ayuda del Espíritu Santo. Esto puede dificultar la lectura de la
biblia a alguien que no conozca de cerca la religión.
Charlton Heston como Moisés |
Por eso no es baladí la
elección de la Biblia una vez decidido iniciarse en su lectura. En
mi caso, que sí tengo conocimientos de religión porque acudí a una
escuela católica, me decidí por la Biblia de Jerusalén. Esta
versión de la biblia conserva más o menos el orden (y el criterio)
de los libros de la biblia católica, pero no parte de la Vulgata (ni
de la Septuaginta) para su traducción al idioma que sea, sino que
acude a los textos originales escritos en arameo y hebreo. En teoría
con este trabajo se invita a un estudio de la Biblia más literario y
estílistico, y pretende disminuir los posibles errores de traducción
acumulados en las sucesivas versiones. Se publicó en Francia por
primera vez, y yo tomé la versión en castellano para su lectura.
Incluye introducciones a todos los libros sobre sus autores (si son
anónimos o no, si son varios y el libro es una suma de otros
tantos...), la época y el contexto en el que se escribió, la
intención y el idioma original. Además aparecen muchas notas donde a menudo
se compara la traducción hecha por el equipo redactor con la versión
que da la Vulgata. Le faltan, sin embargo, notas sobre la
interpretación religiosa de los textos.
Si os animáis a leer la
Biblia deberíais tener en cuenta, entre otras cosas, el contexto en
el que fue escrita. El conjunto de libros se redactó a lo largo de
muchísimos años, y se desarrolló dentro de una cultura totalmente
distinta a la nuestra. Y eso se refleja, entre otras cosas, en la
lengua y en la forma de hablar. Dicen que en lengua hebrea, para
explicar algo, se redacta un texto de forma circular, y por eso
muchas veces lo que leemos son metáforas o símbolos de lo que en
realidad se quiere decir. Por eso no se puede leer de forma literal,
y por eso hay también tantísimas repeticiones.
Otro aspecto a tener en
cuenta es la época, en muchas ocasiones antiquísima. En el
Levítico, por ejemplo, la pena de muerte es la multa recomendada por
la Ley para muchísimos delitos (o supuestos pecados), algo habitual
en la época, pero leemos que condena el sacrificio humano en un momento en que era habitual en todas las culturas coexistentes con la
judía. Tampoco hay que olvidar que la Biblia es un libro religioso y no
histórico, y no sorprenderse del simbolismo de los números. Se
habla con mucha ligereza de miles de muertos, y las múltiples
genealogías hablan de hombres que vivían más de ciento cincuenta
años, o de reyes importantes que se sucedían, curiosamente, cada
setenta. Todos estos datos numéricos hay que olvidarlos y ver más
allá: la Biblia sólo nos cuenta aquello de lo que podemos tomar una
enseñanza o, si se entiende mejor, la Biblia interpreta los hechos
históricos y los redacta contados desde el prisma religioso.
Robert Powell como Jesús |
Si os decidís y tenéis
en cuenta lo explicado arriba, yo os recomendaría que, si os da
igual, leyérais una Biblia católica. Seáis o no religiosos,
aparecerán notas que os ayudarán en su interpretación, bien para
vosotros mismos o como información sobre la interpretación oficial.
Si no conocéis nada sobre religión y os animáis a leer la Biblia,
hacedlo con una didáctica que os explique las imágenes e
interpretaciones más importantes. La Biblia de Jerusalén a mí me
ha gustado, pero presupone unos conocimientos sobre religión que en
mi caso, a pesar de mi formación, muchas veces fueron escasos.
Muchos dicen que la
Biblia es el libro más completo del mundo, porque se puede encontrar
en sus páginas guerras, traiciones, amor, sexo, amistad, política,
poesía, y un larguísimo etcétera pero, desengañaos: la Biblia no es una novela. No se escribió para el entretenimiento, ni para leerla como un libro toda seguida, sino como obra de consulta en temas religiosos y para su uso en los diferentes ritos. Yo la leí en cinco tandas, con descansos entremedias en los que leía libros totalmente distintos. Pero, sinceramente, recomendaría su lectura en unas cuantas tandas más, ocho o diez, que os permita no aburriros y tomar su lectura cada vez con interés. Es muy larga, y muy contradictoria, de unos libros con
otros y dentro de los libros en sí, ya que sobre todo los libros
más antiguos están formados por varios escritos procedentes de
tradiciones distintas que se mezclaron entre sí. Es verdad que es muy variada: en estilo, en la intención y en los temas, por
la época e incluso por el idioma original (que en los libros más
modernos es el griego). También es sorprendente: el tema del sexo en
el Cantar de los Cantares, las dudas en el Eclesiástico, la ternura
de Jonás y la violencia del Levítico consiguieron hacerme entender
el interés que este libro despierta.
Al comenzar la lectura no
niego que esperaba que la Biblia me aportara algo: por algo es un
libro sagrado. He aprendido muchísimo sobre religión (que era la
idea) y sobre el contexto en el que se escribió, y he comprendido la
interpretación judía de la historia, ya que los antiguos veían a
Dios en cada una de las guerras que ganaban (o perdían). Pero para
ver a Dios detrás de todo se necesita la fe, y eso no siempre lo da la
Biblia, así que ateos y creyentes leen la Biblia para confirmar su
fe o su falta de ella, pero veo difícil que uno cambie de opinión
tras su lectura.
He comprendido la fijación por la tierra de los judíos: en la promesa a Abrahán ya se hablaba de ella, y Dios les daría la tierra (y les ayudaría a conservarla) si su pueblo seguía la ley. He visto la evolución de la visión de Dios a lo largo del tiempo, cómo un dios vengativo termina convertido en padre, cómo castiga y cómo premia, y cómo nunca olvida a su pueblo. He leído sobre profetas, muy duros con los judíos porque no siguen los mandatos de Dios, y hasta con dudas, como Jonás, que al principio se niega a cumplir lo que Dios le manda. Dios ayuda a los justos, pero demasiado a menudo vemos que muchos justos sufren en vida desgracias que no merecen. Esto lo vemos nosotros y lo veían los antiguos, y escriben sobre gente como Job, que a pesar de no merecerlo recibe el castigo de Dios una y otra vez, para poner a prueba su fe. Leer sobre el espíritu revolucionario de Jesús, cuando desafiaba a tantos poniendo en duda la sinceridad de su fe, ubicándole en el contexto, me ha encantado: en esa época, después de las revoluciones macabeas, muchos quisieron ver en él a alguien que defendiera los derechos de los judíos, pero fue mucho más allá. Fuera o no Hijo de Dios (y basándose en los evangelios, única fuente de información) se atrevió a sacar los colores a muchos que lo merecían, sin fijarse en su condición y sin tener en cuenta el riesgo en que ponía su vida. Y por último leyendo la Carta de los Romanos de San Pablo entendí por qué Lutero planteó que quizá sólo la fe (y no la fe y las obras) trajera la Salvación a los hombres.
He comprendido la fijación por la tierra de los judíos: en la promesa a Abrahán ya se hablaba de ella, y Dios les daría la tierra (y les ayudaría a conservarla) si su pueblo seguía la ley. He visto la evolución de la visión de Dios a lo largo del tiempo, cómo un dios vengativo termina convertido en padre, cómo castiga y cómo premia, y cómo nunca olvida a su pueblo. He leído sobre profetas, muy duros con los judíos porque no siguen los mandatos de Dios, y hasta con dudas, como Jonás, que al principio se niega a cumplir lo que Dios le manda. Dios ayuda a los justos, pero demasiado a menudo vemos que muchos justos sufren en vida desgracias que no merecen. Esto lo vemos nosotros y lo veían los antiguos, y escriben sobre gente como Job, que a pesar de no merecerlo recibe el castigo de Dios una y otra vez, para poner a prueba su fe. Leer sobre el espíritu revolucionario de Jesús, cuando desafiaba a tantos poniendo en duda la sinceridad de su fe, ubicándole en el contexto, me ha encantado: en esa época, después de las revoluciones macabeas, muchos quisieron ver en él a alguien que defendiera los derechos de los judíos, pero fue mucho más allá. Fuera o no Hijo de Dios (y basándose en los evangelios, única fuente de información) se atrevió a sacar los colores a muchos que lo merecían, sin fijarse en su condición y sin tener en cuenta el riesgo en que ponía su vida. Y por último leyendo la Carta de los Romanos de San Pablo entendí por qué Lutero planteó que quizá sólo la fe (y no la fe y las obras) trajera la Salvación a los hombres.
No me arrepiento de haberla leído, a pesar de las horas invertidas y de haber
estado cerca de dejarla (con las Crónicas, los Salmos e incluso con
las Cartas de San Pablo). Pero, como digo requiere un gran esfuerzo
que estoy segura no es capaz de realizar cualquiera... y tampoco sé si a todos compensaría.
Ratita de laboratorio
Gracias por haber escrito este artículo. Estoy buscando razones para leer toda la Biblia sin ser del todo creyente (si hay tal cosa). Me agrada tu opinión de verdadera lectora y ahora se que puedo beneficiarme de la lectura de esta importante y grande obra.
ResponderEliminarHola Unknown!
EliminarLa Biblia (o la religión) ha marcado el ritmo de la Historia, y en ese sentido leerla creo que nunca está de más, sea uno creyente o no. Hace falta fuerza de voluntad, pero si el tiempo no es problema, puedes tomártelo con tranquilidad y tardar todo lo que necesites. Ya nos contarás si cumpliste tu propósito. Gracias por tu visita!
ratita de laboratorio
Yo hace muchos años creí en un Dios,más sin embargo ahora mismo no quiero depositar mi fe en nada ni nadie. solo quiero creer en lo que yo como persona adquiera como mi propio conocimiento no se si esta bien o mal pero ya no quiero creer más en lo que me inculcan y en como las personas te dicen que se tienen que hacer las cosas.quiero leer la Biblia porque aunque conozco algunos capítulos no la conozco del todo,me parece que es un libro muy antiguo y trae mucha sabiduría dependiendo desde que punto fe vista lo lea ya se religioso,ateo,agnóstico o hasta fanático. Saludos
ResponderEliminarMuy interesante todo lo q relatas, la experiencia q obtuviste leyendo la Escritura: en lo personal soy creyente, Creo en la Biblia como la revelación de la voluntad, carácter,y personalidad del Creador.
ResponderEliminarEs cierto leerla conlleva dedicación; ya q son estudios de horas, de días, de toda una vida. Una de las cosas más interesantes q podemos encontrar son la profecías bíblicas. Llenas de profecías q si las estudiamos podemos llegar a ver que Dios está detrás de ella, q el es su creador, pues quien puede conocer el futuro ? Y poner en orden la historia? Sólo quise añadír esto. Las profecías son lo más extraordinario q tiene la Biblia.
La verdad llegué aquí por mera curiosidad buscando razones para leerla, ya que me considero agnóstica, y busco entender y de ser posible comprender sucesos que no se me han explicado de la manera correcta y que me han dejado con muchos cuestionamientos, sin embargo no se si mis razones con las adecuadas para comenzar.
ResponderEliminarMe sucede exactamente lo mismo.
Eliminarsiempre podéis probar, para dejarla siempre estáis a tiempo. intentadlo con una didáctica: seguro que os facilita la lectura. un saludo!
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