Hace tiempo que quería leer Réquiem
por un campesino español, por ser en teoría un buen ejemplo de la
literatura española de la posguerra, y las ganas sólo pudieron
agudizarse al conocer a Mr.Witt, personaje emblemático del autor sobre el que leí hace unos meses. La novela, que terminé en sólo dos
ratos, cumplió perfectamente su función al
conseguir desengancharme de otra lectura paralela de la que hablaré
pronto en el blog. Esta vez fue Mosén Millán a quien conocí y
quien me sorprendió, mostrándome que con Sender no todo es lo que parece.
Ramón J. Sender publicó Réquiem por
un campesino español con el nombre de Mosén Millán en México en
1953, en el exilio. El tema de la guerra civil aparece en varias de
sus obras y ésta es una de las más conocidas, quizá porque fue
adaptada al cine.
Réquiem por un campesino español
transcurre en una aldea pequeña en Huesca, durante unos pocos
minutos, los previos a la misa que el sacerdote Mosén Millán quiere
ofrecer por Paco el del Molino, joven ejecutado un año antes por las tropas franquistas durante la Guerra Civil. Mientras
espera a que los feligreses acudan, el sacerdote recuerda el nacimiento
del niño y su bautizo, su juventud, y lo bien que se llevaban cuando
él era monaguillo. Recuerda también aquella visita que realizaron
juntos a las casas de las cuevas, cuando Paco conoció la verdadera
pobreza.
Cartel de la película de Francesc Betriu (1985) |
El libro cuenta una historia que pudo
pasar (y pasó) en un pueblo cualquiera de España, donde unos
jóvenes republicanos creyeron poder cambiar el orden
establecido. Sorprende mucho el personaje de Mosén y su evolución:
cómo mientras escuchamos el romance inventado en honor a Paco en
boca del monaguillo Millán piensa en el pobre Paco, y en lo que él
(en representación de la Iglesia y su posición en el conflicto) hizo por él.
Réquiem por un campesino español es
un ejemplo de novela corta a la que no le falta de nada. Es difícil
describir tan bien a los personajes en tan pocas palabras, con tan
pocas acciones. Pero todos nos hacemos una idea de quién es quién
en la obra, e identificamos a los valientes, los cobardes, los
idealistas, los inocentes. Sender plasma a la perfección su lectura del ambiente previo a la guerra, durante la cual perdió a su mujer y a un hermano, y por la que tuvo que marcharse al exilio.
Por segunda vez este autor me
sorprende, y me pesa darme cuenta de lo poco que hasta ahora sabía de
él. Este librito es absolutamente recomendable. Volveré a leerlo,
quizá la próxima vez con La tesis de Nancy o con La crónica del
alba. Y os lo contaré.
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