Hace tiempo leí un
artículo sobre la libertad de expresión y la censura, desde uno
mismo o desde fuera (política o religiosa), y supe que Salman
Rushdie fue condenado a muerte a través de una fatwa del imán iraní
Jomeiní por escribir Los versos satánicos. Me pareció que su
lectura podía complementar mi último proyecto del 2015 (que
terminaré ya en 2016) y lo leí para conocer de primera mano esas
blasfemias y juzgar, no sólo si había motivos para la ofensa, sino
si esa ofensa era justificada para alcanzar un objetivo mayor. Admito
que me ha gustado, que me he reído bastante, pero que también hay
algo de ofensa innecesaria.
Salman Rushdie, autor
nacido en Bombay pero nacionalizado británico, publicó Los versos
satánicos, su cuarta novela, en 1988. Es considerada junto a Hijos
de medianoche su mejor obra y la más rodeada de polémica. Su
publicación le valió una fatwa del imán Jomeiní por la cual
incitaba a los musulmanes a matar a Rushdie a cambio incluso de una
recompensa, y que obligó a Rushdie a vivir con protección en el
futuro. Varios de sus traductores y editores sufrieron ataques por
parte de islamistas radicales, por lo que Los versos satánicos
fueron (y son) noticia y tema de conversación, sin que muchos de sus
detractores lo hayan leído nunca. ¿Pero cuál es el tema de la
obra? ¿Por qué levantó tanta polémica?
Gibreel Farishta y
Saladin Chamcha son los protagonistas del libro. Los dos son actores
procedentes de Bombay: Farishta es una estrella de Bollywood mientras
que Chamcha trabaja en Londres como actor de doblaje de múltiples
anuncios y series. Ambos se conocen durante el secuestro por parte de
terroristas islámicos del avión que toman hacia Londres desde
Bombay, y caen juntos tras la explosión en una playa británica
sobreviviendo milagrosamente. Farishta, que sufre visiones en sueños,
es la reencarnación en la tierra del arcángel Gabriel y Chamcha, a
quien le salen cuernos y cuyos pies se van transformando poco a poco
en pezuñas, es la de Satán.
El principal tema del
libro son las vivencias de los dos protagonistas tras su
transformación mientras el autor repasa sus vidas pasadas. ¿Se
merecen este cambio? ¿Es adecuado a lo que han vivido hasta ahora?
¿Se comportan tras su transformación como les corresponde? Pero,
sobre todo: ¿estamos seguros de quién es quién?
Salman Rushdie (Wikipedia) |
Rushdie nos cuenta la
evolución de los personajes a lo largo de su vida, sus actitudes,
sus errores y sus aciertos, y cómo cruzan varias veces la línea
entre el bien y el mal y lo correcto y lo incorrecto. A través de
sus vivencias Rushdie retrata un Bombay que reivindica reformas
políticas, y un Londres donde los inmigrantes no se integran como
deberían, a veces por el rechazo inglés y otras por el excesivo
celo en la conservación de las propias costumbres. Todo esto se
cuenta además en la mayoría de los capítulos desde la sátira, con
un punto trágico, donde Satán es detenido (y apaleado) por la
policía de inmigración mientras Farishta lo mira impasible rodeado
de un halo de supuesta santidad. Pero todo esto no fue lo que provocó
la prohibición del libro, sino los capítulos en los que Farishta
sueña (?) que es el ángel Gabriel.
Las visiones de Farishta
son tres: sobre Mahoma y la creación del Islam y la polémica de los
versos satánicos (dictados por Satán a Mahoma en una de las
revelaciones), sobre Ayeesha y su peregrinación a La Meca acompañada
de todo un pueblo que la sigue ciegamente y la del imán exiliado, la
más corta de todas, que vuelve a su país gracias a la violencia y a
la muerte de inocentes. La causa oficial de la prohibición del libro
son los capítulos sobre, supuestamente, Mahoma, pero es
probablemente este tercer sueño el que hizo que Jomeiní (imán
exiliado en París antes de su regreso a Irán) que condenara a muerte
a Rushdie y prohibiera la lectura de la obra. Así que una vez más
el miedo a que la gente reflexione sobre problemas reales fue la
causa de la censura, y no la blasfemia en sí (a veces un poco
injustificada) donde se humaniza a un Mahoma cuyos detractores dudan
sobre las supuestas revelaciones.
Admito que me he reído
con Los versos satánicos, y que me ha gustado mucho ese bien y ese mal que se
difuminan y se alternan en las vidas de los protagonistas,
defendiendo el derecho a la evolución, al cambio y al error, y
dejando sin contestar muchas preguntas, sobre si el hombre en el
fondo es bueno, o no lo es. Las supuestas blasfemias sobre Mahoma y
la sátira sobre el arcángel Gabriel son divertidas, pero entiendo
que puedan ser ofensivas. Rushdie humaniza a personajes sagrados para
los musulmanes y les plantea dilemas morales impensables para los
creyentes, y entiendo que desde la religión se critique este libro.
Pero cuando leí el sueño sobre, supuestamente, Jomeiní me di cuenta de que esa
crítica no debía haber pasado de ahí, y que el excesivo celo sobre
el libro no tenía nada que ver con la religión.
Recomiendo su lectura
para aquellos interesados en este tipo de polémicas, tanto
religiosas como políticas sobre la inmigración y las relaciones
entre un país como Reino Unido y la India, su antigua colonia. Está
bien escrito y a mí me ha gustado, pero no entra en los
imprescindibles. Cumplió su función de equilibrar mis lecturas del
año pero esperaba que las supuestas blasfemias tuvieran un objetivo
más claro. Quizá ése sea el verdadero objetivo de Rushdie:
escribir sobre el Islam desde la sátira sin más objetivo que
plantear preguntas, como reivindicación de una libertad que a veces
parece en peligro.
Espero que el 2016 os
traiga mucha felicidad y muchos libros: nosotras seguiremos
contándoos lo que leemos. Un saludo en especial a nuestros
seguidores, ya sois 46. Gracias por vuestro apoyo.
Ratita de laboratorio
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