Hace ya tiempo que vivo en Alemania,
país al que me une un vínculo especial. Alemania se avergüenza
de su pasado, pero no es la única nación con campos de
concentración en su Historia, aunque se hable más de unos que de
otros. ¿No son todas las víctimas iguales? Y los totalitarismos, ¿no
son también todos malos, sin importar a qué lado de la política se
sitúen? Por eso, porque no sólo en Alemania se mató a sus
ciudadanos por su raza, opinión política o capricho del destino,
decidí leer a Solzhenitsyn, y así agradecerle de una humilde manera
que se jugara la vida escribiendo esta obra monumental por la que fue
deportado de la URSS. La leí hace mucho (también tardé mucho),
pero hay libros que siempre merecieron un hueco en el blog.
Alexandr Solzhenitsyn era físico y
matemático, y probablemente eso le salvó la vida. Tras luchar en la
Segunda Guerra Mundial, unas cartas escritas a un amigo donde hablaba
de temas tabú para la dictadura de Stalin, provocaron su ingreso en
un campo de concentración ruso. Un tiempo después pudo ser
trasladado a otro campo de investigación donde cumplió el resto de
su condena, y allí empezó a escribir sobre esa
región rusa que no existe en el mapa pero que pertenece al país y
que era su sistema carcelario: el Archipiélago Gulag. Publicó la
obra en Francia en 1973 cuando fue descubierta por la KGB, tras lo
que fue deportado. En 1970 recibió el Premio Nobel de Literatura.
Archipiélago Gulag es un libro
inmenso. Es muy largo (se divide en tres partes que suman unas 2800
páginas en total), muy duro, muy meticuloso. Solzhenitsyn describe
las cárceles de la URSS y la represión que existía en el país,
desde los principios tras la Revolución Bolchevique hasta la
apertura progresiva tras los tiempos de Stalin. Sí, todo el mundo
sabe que mientras Stalin estuvo en el poder la represión interna era
tremenda, pero ésta no era inexistente antes ni, lamentablemente,
después. Porque el sistema político ruso, su inmenso aparato de
gobierno, se basaba en el miedo, y fue la represión la que hizo
posible su supervivencia a lo largo de los años (y la vista gorda de
Occidente cuando le convino).
Solzhenitsyn (Wikipedia) |
El propio Solzhenitsyn habla de 20
millones de muertos. Ejecuciones directas, pero también muertes
indirectas en los campos de „trabajo“, donde los reclusos vivían
hacinados y se veían obligados a trabajar en condiciones
infrahumanas. Es espeluznante leer cómo trabajaban a temperaturas
muy inferiores a los 0°C, sin la ropa adecuada y con un mínimo
alimento.
El trabajo del autor en este libro es
de documental. A base de múltiples relatos de reclusos y de su
propia experiencia, nos habla primero de los posibles „delitos“
por los que uno podía terminar preso. De las denuncias falsas, las
confesiones forzadas, los juicios amañados por los que uno podía
terminar en la cárcel. Leemos en su libro sobre la vida en el campo,
las condiciones de vida, las relaciones entre presos. Por último,
también sobre los trabajos realizados. Todo esto intercalado de
capítulos sobre la política interior y sus entresijos (las purgas
sucesivas), y la vida fuera de las cárceles: por qué los
agricultores mentían, por qué los moscovitas denunciaban a sus
vecinos, por qué las cosas en la URSS nunca fueron tan bien como sus
políticos pretendían. No sé si todo, todo, será cierto y como
este autor nos lo cuenta, pero desde luego da una visión del
comunismo en la URSS que quita mucho romanticismo a una ideología
cuya imposición se hizo mal desde el principio.
Este libro os interesará si os gusta
Rusia y su historia, pero es, como dije arriba, muy duro y muy largo,
ya que casi todo habla exclusivamente de las cárceles de la URSS. Si
no estáis muy seguros de poder empezar con él, os recomiendo Un día
en la vida de Iván Denísovich. El tema es el mismo, pero el libro
es muy cortito. Si os gusta, podéis seguir con Archipiélago Gulag. Yo lo
leí por partes, intercalando entre tomo y tomo (son tres) otros
libros menos realistas. Tardé, pero lo acabé, aunque fue una tarea
ardua. Ya me contaréis si lo termináis vosotros también.
Ratita de laboratorio
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