sábado, 25 de julio de 2015

La hora de la estrella, de Clarice Lispector

La hora de la estrella es el último libro de una autora que no conocí hasta hace muy poco, Clarice Lispector. Supe de ella por frases sueltas citadas en artículos, en blogs, en libros... Citas, sobre todo, sobre el oficio de escribir, que ella describía con una fuerza increíble. Para Lispector, escribir es desnudar y desnudarse del todo. Y a ella le salía de dentro como un impulso irresistible. Esta obra, la única suya que he leído, trata sobre la escritura como forma de acercarse a la verdad y es una especie de testamento sobre la íntima búsqueda que fue para ella ese oficio. La seguiré leyendo. Seguro.

Es difícil resumir La hora de la estrella. El narrador se presenta en el momento de coger la pluma con frases que son destellos, reflexiones de apariencia inconexa sobre la vida, el mundo, la verdad "como un contacto interior e inexplicable". Lispector nos introduce con ella en el misterio de la escritura y su intento de dar sentido y forma a otro, de contar algo cierto. Unas páginas más adelante su búsqueda se detiene: el narrador encuentra al sujeto que merecerá ser contado. Y ese sujeto es una joven en la que nadie se fijaría: anodina, casi vacía por dentro, con una vida sin rumbo, con apenas nada por lo que seguir adelante. Dice el narrador que ella "se le pegó a la piel como un dulce pegajoso o como lodo negro". Y así, como algo inevitable, va contándonos lo que vive Macabea todos los días: los breves momentos brillantes en una vida oscura; lo que le ocurrió en su pasado; lo que se le pasa por la cabeza y que casi nadie escucha.

La narración tiene dos planos cuidadosamente entrelazados. La historia de Macabea, por un lado, y el trabajo que el narrador pone en acercarse a la verdad de la joven, por otro. La novela se va construyendo ante nuestros ojos en un proceso casi mágico. Sentimos cómo Lispector piensa a su personaje, cómo elige las palabras para dar forma a una chica que será inmortal gracias a esas páginas a pesar de que nadie la amó ni la amará nunca. Y mientras nos metemos en la mente de Macabea, en la verdad de alguien con quien es tan difícil, y a veces tan fácil, empatizar, nos acercamos a esa verdad que busca Lispector. Esa verdad que hace que alguien como esa chica de los suburbios se levante, ande, busque todos los días. Para algunos quizás sea fácil. Para ella, nunca lo es.

La hora de la estrella es un libro diferente y bellísimo. Duro, muchas veces, por la protagonista y por el esfuerzo que se nota en cada página. Es exigente con el lector. Es exigente con la propia escritura, con un trabajo que aparece venerado porque es capaz de dar vida y de quitarla. Tiene momentos de luz, escasos, pero potentísimos, que vive Macabea:

"De pronto todo era muy muy y tan amplio que sintió ganas de llorar. Pero no lloró: sus ojos brillaban como el sol que moría"

Y muchos momentos de oscuridad y soledad que sufre solo ella y le duelen también al lector gracias a ese narrador atento, capaz de bucear en las mentes más complejas en busca de algo que va más allá de sí mismo:

¿Por qué escribo?  Para ser más que yo, pues soy tan poco.

Ratita presumida 

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2 comentarios:

  1. Me encanta Lispector. Sabes que dicen que en su lecho de muerte, su última frase fue decir: "muere mi personaje"?
    Me fascina Lispector
    Besos

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    1. Qué frase... pone los pelos de punta, ella misma hasta el final! Nunca he leído algo igual, me ha impactado, disfruté muchísimo con este libro, parándome en muchas frases. Cómo me alegro de haberla descubierto. Gracias por leernos, besos!

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