martes, 26 de mayo de 2015

En la orilla, de Rafael Chirbes

Ahora que ya han pasado la promoción y los premios, ahora que empieza a abandonar poco a poco las estanterías de novedades, apuesto por que En la orilla seguirá muy vivo dentro de muchos tiempo. Será, quizás, considerado como el título que mejor reflejó los primeros años de la crisis, esos en los que vimos cómo todo se derrumbaba.

En la orilla, que arranca con el hallazgo de un cadáver en un pantano de la costa mediterránea, da voz a cinco o seis rostros posibles de la crisis que estalló hace cinco años y que se notó especialmente en pueblos como el del libro, recorridos por urbanizaciones inacabadas que se llevan por delante muchos de los negocios de siempre. La voz de Esteban es la principal: dueño de una carpintería, le llega la ruina cuando pensaba que estaba a punto de descansar para siempre de un trabajo al que culpa de las derrotas que ha vivido a lo largo de su vida.

La obra está construida a partir de las más íntimas reflexiones de Esteban mientras limpia a su padre o acude a las partidas en el bar. Siguiendo el hilo de sus pensamientos en los días más oscuros de su vida conocemos qué es lo que le ha llevado hasta aquí a él y al municipio entero en un complicado entramado de intereses, ambiciones y errores que el protagonista no elude. A su lado viajamos a sus primeros días y conocemos las raíces de la tensa situación familiar, el pueblo de mediados de siglo, las cicatrices de la guerra y a un Esteban libre de la amargura actual. Después, Chirbes cede las voces a otros protagonistas del momento, vinculados de algún modo a Esteban: la colombiana que atiende a su padre e ilumina fugazmente la vida de ambos; la mujer de uno de su ex empleados...

Chirbes es meticuloso hasta el extremo en el retrato de un momento económico del que busca sus raíces muchos años atrás. Están los proyectos que alentaron el crecimiento inflado de tantos pueblos de la costa pero también la cultura del pelotazo de los ochenta y las formas en política, desde la transición, que nos trajeron hasta aquí. Pero quizás lo más interesante sea cómo indaga en el interior del protagonista y en el resto de personajes buscando culpas íntimas, aquellas que completaron el cuadro del desastre. Hay culpables en En la orilla y casi ningún inocente. Esteban también pecó. Aunque él se haya quedado en la cuneta y haya quien se haya salvado tras el saqueo.


El autor con el editor Jorge Herralde | Anagrama

La lectura de En la orilla es tan árida y amarga como el tema que lo recorre pero enfrentarnos a ella es imprescindible. Nos coloca frente a nosotros mismos y al país que una vez fue. Y al mismo tiempo, dibuja con una precisión increíble los recodos más remotos de la vida cuando está a punto de terminar. La crisis es el tema principal pero Chirbes no se deja ninguno: el amor, como salvación o fuente de dolor para siempre; la amistad y sus aristas; la familia, como refugio y como cárcel; la infancia y sus claroscuros.

Es un libro que impacta, que deja poso al terminar gracias, también, a que está escrito con mimo: se nota el trabajo de un escritor meticuloso, atento a la palabra exacta. No hay apenas respiro para el lector pero está toda la sinceridad que éste viene a buscar. Lo que fuimos, y lo que creímos ser, están aquí.

Ratita presumida

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