martes, 24 de marzo de 2015

Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain

Un viaje que está en proyecto me llevó a Las aventuras de Huckleberry Finn. Es un libro que suele leerse en la adolescencia, más o menos a la edad que tiene el protagonista. La forma de disfrutarlo hubiera sido distinta si lo hubiera leído entonces y lo que me habría transmitido, también. Pero no me arrepiento de haber llegado a él tan tarde. Temía encontrarme con un libro de aventuras pensado para niños. Pero tiene el don de transportarnos a lo que sentíamos cuando éramos pequeños y dedicábamos todo el día a jugar y explorar. Y eso vale muchísimo.



Huckleberry Finn es el protagonista de este libro de Twain que es un hito de la literatura estadounidense del XIX y un clásico en las estanterías de niños y adolescentes. Tras las hazañas que contó en Las aventuras de Tom Sawyer, el escritor dedica este libro al compañero de Tom, Huck, y hace que sea su voz la que hable. Arranca con el niño aprendiendo a civilizarse: tras el vagabundeo que, intuimos, ha tenido en su vida anterior, ahora vive con una viuda y va, por fin, al colegio. Pero Huck no termina de ser feliz y añora su libertad de antaño pese a las incomodidades. Tras varios amagos, decide escapar cuando su padre, un alcóholico que lo explota y lo maltrata, reaparece en el pueblo.

La manera que tiene Twain de hacer hablar a Huck es el primer encanto del libro: está contado a modo de diario, en primera persona, y Twain se esfuerza en reflejar la personalidad de Huck y el modo en que hablaría un niño que apenas ha pisado el colegio. Además de las aventuras que va narrando, el libro está lleno de sus reflexiones, sencillas pero profundas, sobre el entorno que le rodea, las relaciones humanas, lo que piensa realmente de la gente y lo que es, para él, ser feliz.

Conmueven su inocencia y sinceridad, absolutas pese a que es un niño que ha vivido, y sufrido, muchísimo. Y también su forma de ver el mundo, tan distinta a la del lector adulto. A veces le engañan, pero otras muchas sabe distinguir enseguida a alguien bondadoso de alguien que no lo es. Y son especialmente bellas las páginas en las que Huck habla de la naturaleza y de las noches bajo las estrellas; del Mississipi inmenso por el que navega, de los árboles que hablan y de las enormes tormentas. Su manera de apreciar pequeños detalles que nosotros ya no vemos nos despierta y nos invita a mirar también.


El otro gran pilar del libro es la pareja literaria de Huck, Jim, y la relación que se crea entre ellos. Aunque al principio Huck está solo en su búsqueda de aventuras, pronto se le une un esclavo que ansía navegar río arriba para llegar a ser libre. Ambos son, básicamente, buenas personas. Sufren juntos, se ayudan mutuamente, comparten penurias pero, sobre todo, buenos momentos y miran el mundo de forma muy parecida. Les une algo fundamental: la búsqueda de libertad. Huck quiere que nadie le controle, ser lo que quiere ser, librarse de esa "civilización" que quieren inculcarle. Jim, mientras, quiere liberarse de las cadenas reales que sufre. Y ambos terminan compartiendo largas noches en una balsa, navegando por un río inmenso, repartiéndose la comida que encuentran y viviendo al margen de la sociedad que queda en las orillas.

Hay pocos libros en los que se describa de forma más viva, y más hermosa, lo que significa ser libre y lo que merece la pena luchar por ello.

Ratita presumida

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4 comentarios:

  1. Me gusta más Tom Sawyer pero de este os recomiendo que busquéis referencias sobre el capítulo eliminado en que Sawyer vende a Finn como esclavo.

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    1. Hola, Enrique! A ver si tengo un ratito y lo miro. Me parece brutal, aunque no desentona con Tom Sawyer y sus locuras... Las aventuras Tom Sawyer lo tengo pendiente, como tantos, pero este me encantó, de verdad. Un libro precioso, de esos con los que sonríes según lo lees... Gracias por pasarte por aquí, un beso!

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  2. Pues este libro lo leí en el colegio así que es de los que tengo que releer con calma, porque se me emborronan los recuerdos.
    Besos

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    1. Seguro que lo disfrutarías. Yo pensé que no, que era para niños, y me encantó. Gracias por pasarte, Mientras Leo!

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