lunes, 13 de noviembre de 2023

Berlin Alexanderplatz, de Alfred Döblin

La última vez que estuve en Berlín buceé en sus librerías de segunda mano y me llevé varios posibles tesoros. No he compartido en el blog todo lo que leí, pero de Berlin Alexanderplatz tenía que escribir post. Cuando se habla de la literatura de entreguerras alemana o de libros que hablan de una ciudad, Döblin y Berlin Alexanderplatz siempre se menciona. Lo leí para juzgar si su fama es merecida, y sí, la verdad es que sí lo es.

 

Döblin publicó Berlin Alexanderplatz en 1929. Es una obra imprescindible de la República de Weimar. El autor se marchó al exilio con la llegada de los nazis y aunque la calidad de su obra es ampliamente reconocida, su fama es menor que la de otros autores alemanes de la misma época.

El protagonista de Berlin Alexanderplatz es Franz Biberkopf, y comienza con su salida de la cárcel, en la que ha permanecido varios años por asesinar a su amante. Biberkopf recorre Berlín y lo conocemos con él: sus distintos barrios y su clima político, sus bares y las malas compañías. Biberkopf no quiere volver a la cárcel, quiere ser un adulto responsable, pero no es tan fácil.

Berlin Alexanderplatz es a menudo comparado con Ulises, de Joyce, que Döblin afirma no haber leído hasta después de su publicación. Como Joyce, Döblin homenajea a la ciudad que más conoce, y en compañía de un hombre bastante sencillo, redacta un libro donde mezcla el monólogo interior, el dialecto, los tiempos y el narrador, renovando el género de la novela y dejándonos al final la sensación de haber leído una obra maestra.

Reconozco que leerlo no ha sido fácil: es un libro muy innovador y seguirlo es complicado. Además yo lo leí en alemán y, desde luego, no fue la mejor elección. Siempre es mejor leer los libros en el idioma original en el que fueron escritos, pero también hay que aprender cuáles son los límites de cada uno, y desde luego que este libro estaba por encima de mi nivel. 

A pesar de ello me gustó, sobre todo hacia el final, cuando todo cobra más sentido. 

Os invito a leerlo, mejor en vuestra lengua materna que en alemán. Aunque si sois valientes, siempre podéis hacer como yo e intentar leerlo como Döblin lo escribió.

Ratita de laboratorio

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