viernes, 14 de abril de 2017

Las mil y una noches: una recopilación de historias


Me he pasado mucho tiempo leyendo Las mil y una noches porque he ido intercalando sus muchas (más de doscientas) historias con otros libros para no cansarme. Era otro de esos libros que en algún momento de mi vida quería leer, y empecé con ello en 2016. Varias personas me habían dicho que era muy bonito y estaba muy bien, y buscando información sobre la edición a elegir vi que se sigue reeditando, y que este libro puede causar fascinación. Sobre todo me sorprendió leer que algunos lectores afirmaban que „al final te quedan ganas de más“. Más? Después de 1001 noches (porque son 1001 noches) contando historias, de verdad uno no se cansa? Pero hoy, día en que he terminado esta recopilación de cuentos, me he sorprendido reconociendo que la echaré de menos y que me ha dado pena terminar. 


Las mil y una noches es una recopilación de cuentos de tradición oral que se cree tiene su origen en el siglo VIII, cuando las primeras versiones aparecieron. En ellas se tradujeron cuentos indios y persas, a las que posteriormente se añadieron cuentos árabes y más y más historias a las originales, dando lugar a dos tradiciones o grupos de manuscritos, la siria y la egipcia.

La primera versión que llegó a Occidente fue la traducción de Galland en 1704, donde algunos cuentos se adaptaron para evitar escándalos. También se sumaron a los cuentos originales otros que pertenecían por entonces a la tradición oral siria. Hoy en día se suelen traducir los cuentos sin censura, y se aceptan como versiones canónicas las que incluyen los cuentos encontrados en los manuscritos llamados Bulaq o Calcuta II. La mayoría de las versiones que circulan en español son traducciones del francés, pero hay algunas directas del árabe, como la que hizo Rafael Cansinos Assens.

Cartel de Alí Babá (1944)
El argumento de Las mil y una noches es muy conocido, pero lo mencionaré por si hay algún lector despistado. El rey Scharyar, tras la infidelidad de su esposa, la mata y decide asesinar a todas las mujeres con las que se casa el mismo día de su boda como venganza. Cuando las mujeres empiezan a escasear, se casa con la hija de su visir, Sherezade, que inventa como estrategia para sobrevivir contarle historias que deja a medias, y así conseguir un día más de vida hasta la siguiente noche, en que el rey espera conocer el final de la historia de la noche anterior. Así, mil y una noches.

El número mil simboliza la eternidad, pero en el libro se lo toman al pie de la letra: hay mil y una noches. Historias hay menos, más de doscientas, algunas muy cortitas y otras muy largas. Tocan diferentes temas, como el amor (vestido de fascinación al ver, u oír hablar de una mujer sin velo), la amistad y el valor de la fidelidad, el destino (en manos de Alá), la magia... en tantas noches, hay tiempo para todo. Aunque los cuentos diríamos „clásicos“ del libro hablan de una relación amorosa complicada por rivalidades familiares o económicas que hay que superar tras pasar alguna prueba (realizar un viaje, por ejemplo, o resolver una pregunta). Pero también hay fábulas animales, moralejas, chistes obscenos, poemas, canciones e historias que todos conocemos como Alí Babá y los cuarenta ladrones.

Me es demasiado difícil escoger una historia entre tantas, así que os daré consejos para su lectura y mi humilde opinión.

Aladdín (Walt Disney)
Es difícil leer Las mil y una noches si no lo entendemos en su contexto: aunque muchos dicen que es un libro muy abierto (los protagonistas beben alcohol, cometen infidelidades, se habla mucho de sexo y de deseo, se dan consejos conyugales), se pueden encontrar temas desagradables (como la zoofilia), y hay puntos de desprecio a la mujer. Los tiempos eran así y hay que aceptarlo, pero cuento tras cuento puede cansar un poco que las mujeres no puedan hablar con los hombres, o que siempre tengan que llevar velo, o que den por hecho que son menos inteligentes y que siempre traen problemas. Otro tema importante es la realeza: se habla del califa como de un dios, y se acepta con naturalidad que nombre a los mejores cuentistas como a sus visires o que les dé dinero o pensiones vitalicias a personajes determinados por no haber hecho prácticamente nada. Es un ejemplo de absolutismo tremendo, que a mí a veces me ha hecho indignarme (en algún cuento se plantean inventar impuestos para volver a llenar las arcas que han vaciado irresponsablemente... a qué me suena?), pero no es así como hay que leer el libro.

Uno tiene que imaginarse en un palacio árabe, una tarde, durante la puesta de sol o ya después. Sentados en el suelo, alrededor de una mesa baja con bandejas llenas de dulces y copas de los mejores vinos. Una buena conversación, un buen ambiente, amenizado por música de laúd. E imaginar a un califa que diga, podéis contarme una historia que no conozca? Y entonces alguien se levanta, y comienza a contar la historia del zapatero remendón, o de Simbad el marino, o de la princesa Suleika, provocando risas, rubores y miedo en sus compañeros. Si lo leéis así, os gustará, porque Las mil y una noches está escrito para ser contado, y por eso las exageraciones tienen sentido. Y descubriréis historias, muchas, que os suenan, planteándoos influencias que ni siquiera intuíais.

Yo os recomendaría leer una traducción directa del árabe al castellano (yo leí una traducción del francés) y leerlo poco a poco. Si podéis, no utilicéis E-Book: no le pega nada. Conseguid una edición en papel bonita, con ilustraciones, y leed las historias poco a poco. Probad a leérselas a alguien (a niños no, por favor) y disfrutad de la imaginación, el humor y la originalidad que esconden.

Las mil y una noches no será de mis libros preferidos, pero espero algún día hacerme con un bonito ejemplar que me permita hojearlas de vez en cuando.

Ratita de laboratorio

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