viernes, 31 de marzo de 2017

Historia universal de la infamia, de Jorge Luis Borges


A Borges le conocí bastante joven, y llevaba tiempo pensando en volver a leerlo, porque estaba segura de que ahora lo entendería mejor. Decidí intentarlo con Historia universal de la infamia, una colección de cuentos sobre personajes con fama de crueles, sobre crímenes, que tenía en casa. Me ha gustado y, aunque raro, no lo es tanto como esperaba. 


Borges publicó Historia universal de la infamia en el año 1935, recopilando escritos que había publicado anteriormente y por separado en revistas. Lo prologó entonces, y volvió a hacerlo en 1954 para una nueva edición, en la que incluyó algunos cuentos más. En él Borges escribe cuentos basados en hechos reales que tergiversa y modifica. Otros de los cuentos son versiones de otros cuentos, falsificaciones como él diría, pues para él la literatura es también copiar, modificar, traducir de forma libre y no simplemente crear. Aunque no deja muy claro qué es copia y qué es creación, y dudamos de las fuentes que nombra.

Borges (wikipedia)
La versión que yo leí es la del año 1954, que es la suma de tres conjuntos de cuentos: Historia universal de la infamia, el cuento Hombre de la esquina rosada y la colección Etcétera. Os hablaré de algunos de ellos.

En la colección Etcétera uno de los cuentos se titula Historia de los dos que soñaron. Está basada en un cuento de Las 1001 noches, que más tarde inspiró a Coelho en su El alquimista. Muchos conocen la historia, pero por si acaso no contaré el final: un hombre egipcio sueña que hay un tesoro en Persia, y decide ir a buscarlo.

Uno de los cuentos que más me ha gustado por su comienzo es El atroz redentor Lazarus Morell, sobre el negocio de la esclavitud. Os dejo las primeras líneas, que muestran el humor sarcástico de Borges:

„En 1517 el P. Bartolomé de las Casas tuvo mucha lástima de los indios que se extenuaban en los laboriosos infiernos de las minas de oro antillanas, y propuso al emperador Carlos V la importacion de negros que se extenuaran en los laboriosos infiernos de las minas de oro antillanas. A esa curiosa variación de un filántropo debemos infinitos hechos: los blues de Handy, (…) el tamaño mitológico de Abraham Lincoln, los quinientos mil muertos de la Guerra de Secesión, los tres mil trescientos millones gastados en pensiones militares, la estatua del imaginario Falucho, la admisión del verbo linchar en la decimotercera edición del Diccionario de la Academia, el impetuoso film Aleluya (…) la deplorable rumba El Manisero, (...)“.

Borges llama en su primer prólogo a estos cuentos „ejercicios“, y en su segundo los critica por „barrocos“, por lo que parece que con el tiempo no estaba muy satisfecho del resultado. Son cuentos basados en hechos históricos curiosos, que Borges cuenta con humor y sarcasmo, y en los que introduce detalles inventados de forma coherente haciéndonos creer que son ciertos, como sus fuentes. Quizá eso sea todo lo que pretende Borges: contarnos la historia de otra forma, cambiarla, modificar los hechos. Y hacernos dudar de todo y de nada, pues no sabemos qué es cierto y qué no.

Es recomendable: se lee rápido, y se entiende bien, a pesar de las afirmaciones de su autor sobre su estilo barroco. Leer a Borges es un ejercicio para intelectuales, dicen, porque hay que interpretar sus cuentos y metáforas, y descubrir su significado oculto. Era un hombre cultísimo, y creó un mundo paralelo que es todo un reto intentar entender. Pero también podéis leerlo para pasar el rato, que es lo que hice yo: Historia universal de la infamia para eso también vale.

Ratita de laboratorio


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