jueves, 14 de abril de 2016

1080 Recetas de cocina, de Simone Ortega, o cómo copiar los guisos a mamá*

Cualquiera que me conozca sabe que la cocina no termina de ser lo mío. Hago mis pinitos, pero a la hora de relajarme prefiero leer un libro que meterme entre fogones. Para comer sano, sin embargo, además de buenos ingredientes hay que pasar por la cocina de uno, y eso hace que de vez en cuando abra el 1080, que lleva años conmigo, para buscar recetas. Cuando la posibilidad del tupper o del bar de toda la vida es inexistente, no hay más remedio que ponerse el delantal. 


Simone Ortega publicó 1080 Recetas de cocina en el año 1972. Su marido, cofundador de Alianza Editorial le animó a escribirlo, pero seguro que pocos pudieron imaginar que se convertiría en uno de los libros más vendidos. Ortega cuenta que cada una de las recetas que describe la cocinó muchas veces, y que sólo escribió sobre platos cuya preparación dominaba perfectamente. Desde 1972 este libro adorna muchas estanterías, y en el prólogo de la edición que yo tengo, Simone Ortega se enorgullece de haber conseguido „que los españoles coman mejor“.

Muchos de vosotros habréis experimentado como madre* o como hija** las siguientes conversaciones:
  • Mamá, ¿cuánto tiempo lo tengo en el fuego?
  • No sé, hija, cuando veas que está, lo quitas.
o...:
  • Mamá, ¿y de esto, cuánto hay que echar?
  • No sé, hija, el mismo plato te lo va pidiendo.

Simone Ortega (Fuente: Hola)
La clave del éxito del 1080 está en que este tipo de frases son casi inexistentes. Obviamente la experiencia da esa intuición culinaria que uno denomina „secreto“ o „arte“ cuando no ha freído un huevo en su vida, pero a falta de tablas en la cocina, Ortega explica con detalle cada uno de los pasos de la receta sin escatimar en trucos para lograr esa perfección que a menudo con explicaciones caseras es imposible de alcanzar.

Yo recomendaré siempre el 1080 como „libro de encimera“ (como equivalente al de cabecera) para acudir a él cuando apetezcan las comidas de toda la vida. En el 1080 no hay cupcakes ni deconstrucciones, pero hay recetas para legumbres, carnes, pescados y postres, tradicionales y más fáciles de preparar de lo que uno puede creer. También hay recetas para las croquetas, y para la tortilla de patata, que podréis seguir para lograr un éxito rotundo sin pasar por el vergonzoso trance de preguntar a un amigo por la proporción requerida. Además, da ideas para la elaboración de menús equilibrados, y recomienda los vinos adecuados para cada plato, por lo que también enseña a comer bien.

Como crítica, os diré que el exceso de detalles puede abrumar en algunas recetas. Como cualquier libro de cocina presuponen lavavajillas, cocinas del tamaño de las de la televisión, alacenas llenas de especias y congeladores grandes como iglús, pero os invito a ir a lo esencial o a adaptar las recetas si es necesario. Y si algún día tenéis tiempo, cumplid a rajatabla lo que os dice en esas mismas recetas más complejas: os ganaréis el respeto de vuestras madres*.

*y **: las palabras madre e hija provienen de mi experiencia propia y personal, y son intercambiables por padre, hijo, abuela/o  o semejantes.

Ratita de laboratorio


No hay comentarios:

Publicar un comentario