sábado, 5 de septiembre de 2015

La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera


Hace muchísimos años que leí La insoportable levedad del ser. Fue un regalo, que recibí quizá demasiado pronto. Obligada a imaginar los sentimientos que leía y las personas que protagonizaban la novela, éste es uno de esos libros que marcan, y que acuden a menudo a la memoria. Hay textos y personajes que en su momento no entendí, cuya significación sólo intuí en un mundo de sentimientos para los que no fui especialmente precoz que, con el tiempo, han vuelto a mí y he reinterpretado: vidas que ahora entiendo, miedos que ahora tengo. La tarea de releerlo está ahí, porque seguro que ahora el libro me dice otras cosas que serán igual o más interesantes que las que me dijo entonces. O quizá menos, y por eso nunca me decidí a bajarlo de la estantería. 


Milan Kundera, escritor checo, publicó este libro en 1984. Considerada su obra cumbre, habla del amor y sus distintas caras, y del socialismo, de la implicación en política, de 1968. Sus personajes, con sus actitudes ante los problemas, se enfrentan a la vida de diferente forma, y Kundera nos muestra sus dudas existenciales. A lo largo del libro escribe textos sobre distintos temas, algunos de los cuales siguen conmigo, siempre, y son tema recurrente años después cuando aquello que creía entender se convierte en mi presente o en el de alguien que tengo cerca.

Tomás y Teresa son los protagonistas de la novela. Se quieren, aunque Tomás engañe a Teresa y Teresa lo perdone, incapaz de imaginarse una vida sin Tomás. Hay otros personajes que también conocemos bien y cuyas vidas se entrelazan (o no) con las de Tomás y Teresa. Kundera nos cuenta lo que piensan y lo que sienten, y lo que hacen, para que entendamos mejor su actitud ante la vida, y sus motivos para actuar como lo hacen. No puedo hacer un resumen mejor: tantos años han pasado que me cuesta no contar un final que aún recuerdo, o mencionar características de los personajes que quizá se mencionen hacia el final. Además, en el fondo el argumento tampoco es una historia en sí, sino una suma de escenas, a lo largo de los años, en los que los personajes evolucionan en distintos sentidos.
Milan Kundera (Wikipedia)

Uno de los textos que más a menudo me vienen a la mente es el de la compasión. Tras escribir la palabra en distintos idiomas, Kundera nos explica cómo la compasión es la forma más pura del amor, porque implica „sentir, o sufrir con“ (Mitgefühl y Mitleid, por ejemplo, en alemán) y no sólo sentir pena del otro. La explicación del título también acude a veces a mí: en su momento no entendí a Sabina y ahora, años después, pienso en ella cuando exijo unas palabras, o cuando olvido que hay mañana.

Sí, tengo que releerlo. Porque no sé si recomendarlo o no, ni quién es su perfecto lector. Tantas caras del amor que conocemos, de cerca o de lejos, que nos obligan a sentarnos y a pensar en nuestro pasado, en nuestro presente, en nuestro futuro. Recordarnos qué buscábamos y qué hemos encontrado, qué personaje éramos y en cuál nos hemos convertido. E imaginar en cuál nos convertiremos.

Ratita de laboratorio

PD: Totalmente recomendable leer Ana Karenina antes de leer este libro. Kundera hace un spoiler legendario que intenté olvidar durante años, pero tiré la toalla y terminé leyendo a Tolstói aun sabiendo cómo terminaba la obra. El que avisa no es traidor.

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2 comentarios:

  1. Yo también creo que me topé con este libro demasiado pronto en la vida. Después de leer esta reseña lo vuelvo a poner en mi lista de lecturas pendientes :)

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    1. Hola Cris!

      me alegro, en la mía también está pero nunca me decido. cuando lo releas, pásate por aquí y nos cuentas si las sensaciones son las mismas.

      gracias por leernos! abrazos!

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