jueves, 9 de diciembre de 2021

Mi fe se perdió en Moscú, de Enrique Castro Delgado

Mi fe se perdió en Moscú me llamó la atención por distintos canales: lo descubrí estudiando la literatura del exilio, lo encontré en una feria de libro antiguo, leí sobre él para entender al partido comunista. Así que hace ya tiempo me lo compré: y me ha sorprendido lo amena que ha sido su lectura, a pesar del tema, la vida en la antigua URSS, y a pesar de sus más de setecientas páginas. Y a pesar de que no termino de entender a su autor: por qué lo escribió, ni su posición política.

Mi fe se perdió en Moscú se publicó en México en 1957, pero hasta 1964 no se editó en España (una versión censurada). La editorial Renacimiento ha recuperado la versión original, sin retoques, con un prólogo y unos anexos que ayudan a ubicar al personaje. Castro fue un miembro muy importante del PCE antes (y durante) la guerra civil, y tras ella pudo marcharse a la URSS, el sueño de cualquier obrero de la época. Pero allí se desencantó, y sus discrepancias con el partido llevaron a su expulsión. Pudo salir del país y marcharse a México, desde donde pudo volver a España y publicar sus obras, sin sufrir represalias por parte del régimen de Franco. 

Castro era un comunista convencido, y en su libro explica cómo al poco de llegar a Moscú entra a trabajar en la Komintern, donde tiene relación con dirigentes comunistas de todo el mundo, muchos de los cuales habían pasado por España durante la guerra civil. Cuenta cómo vivían los exiliados españoles, la pobreza, su deseo de marcharse de allí. Y cómo poco a poco es consciente de que el sueño del comunismo no se había terminado de materializar en la URSS, donde se temía a Stalin y nadie hacía ninguna crítica del régimen: a pesar de la pobreza, y a pesar del frío.

Castro (wikipedia)
No creo que la pérdida de fe de Castro fuera sólo cosa suya. En el libro se habla de los exiliados españoles, del hambre, de la mortalidad infantil. Tenían que ver que eso no era lo prometido, que aquello por lo que habían luchado durante la guerra española no se había materializado, y que en la URSS no estaba la felicidad. Otros dirigentes, supongo, siguieron adelante con la farsa: por miedo, o por tener distintas circunstancias que Castro. Pero él, cuando se le relacionó con amigos suyos disidentes del partido, decidió luchar por marcharse, y no engañarse más ni admitir una culpa que no sentía.

Mi fe se perdió en Moscú cuenta una parte de la historia del PCE que no siempre es fácil de encontrar. Por ejemplo, yo oí hablar de la relación de Ibárruri y Antón en Inés y la alegría, de Almudena Grandes, con la que intenta explicar lo inexplicable (en su caso la falta de apoyo de la invasión de Arán), y me gustó que aquí se volviera a hablar de ello, desde otro punto de vista. Castro critica a Ibárruri cada vez que puede, a veces injustamente, como cuando se ríe de la diferencia de edad de la pareja. Pero sus críticas ayudan a entender la historia de un partido que no lo tuvo fácil después de la guerra: repartido por el mundo y separado del comunismo de interior, las disidencias eran normales.

Como digo, me ha sorprendido mucho su estilo. Castro deja caer que le ayudaron con la edición, y desde luego lo hicieron muy bien, porque no aburre nada a pesar de ser un libro tan largo. Si os gusta la historia de España, de la guerra, del comunismo y de la URSS, puede gustaros mucho. Debió sorprender en su época, cuando no se hablaba tanto de los gulags, cuando la amenaza de Siberia no era tan conocida. Castro pertenece a esos comunistas, según él, de verdad, que supieron decir "esto no es lo que buscábamos". Si su cambio de parecer coincidió con su pérdida de gracia dentro del partido, es algo que no sé ni quiero investigar. La historia es una suma de versiones, y siempre hay detalles que se quedan sin revelar. Como dijo Grandes, tristemente fallecida mientras leía este libro, no todos además escribieron su biografía, y la versión de comunistas como Antón siempre serán desconocidas.

Ratita de laboratorio

No hay comentarios:

Publicar un comentario