lunes, 11 de julio de 2016

Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca


El 2016 está siendo un año de proyectos cumplidos, de leer por fin esos libros que siempre pasan al tercer o cuarto puesto en nuestra lista de pendientes por pereza o porque otros con más interés se les cuelan. Ése es el caso de Poeta en Nueva York, el grupo de poemas surrealistas de Lorca escrito tras su estancia en esa ciudad. Escribir un post sobre Poeta en Nueva York es sin duda el reto del año, porque es un libro difícil y un hito de nuestra literatura, y porque, sinceramente, no he entendido mucho. Escribiré algo sobre algunos de sus poemas, de los que sí he adivinado su significado o que más me han gustado, para con ello animaros a leer al menos parcialmente una de esas obras que trasciende en el tiempo.


Lorca llegó a Nueva York en 1929, antes del crack económico, y vivió allí aproximadamente nueve meses. Después se marchó a La Habana, desde donde volvió a España un año después de su partida. Lorca vio en Nueva York el símbolo de la modernidad y el capitalismo, capaces de alienar al hombre y traerle un falso progreso. En su poemario habla de la soledad del individuo en las grandes ciudades, de la precariedad en el trabajo, de la falta de contacto con la naturaleza en la ciudad y de la segregación de los negros. En realidad Lorca habla de mucho más, digamos que esos temas son los más fáciles de identificar o los que él (y sus críticos) explicó alguna vez. Pero hay muchas otras figuras y metáforas que no sé si dan ritmo, complementan a las otras, o incorporan temas nuevos a sus críticas. Los poemas nos hacen sentir el ambiente deprimente, agobiante y la sensación de desapego en su soledad que Lorca debió experimentar allí.
Lorca (web)

Aquí os dejo un par de fragmentos, sacados de algunos de los poemas de Poeta en Nueva York, donde destaca la defensa de los desfavorecidos:

Nueva York (Oficina y denuncia)

(…) Yo denuncio a toda la gente

que ignora la otra mitad,

la mitad irredimible

que levanta sus montes de cemento

donde laten los corazones

de los animalitos que se olvidan

y donde caeremos todos

en la última fiesta de los taladros.

Os escupo en la cara.

La otra mitad me escucha

devorando, orinando, volando en su pureza,

como los ninos de las porterías

que llevan frágiles palitos

a los huecos donde se oxidan

las antenas de los insectos. (…)

Grito hacia Roma (Desde la torre del Chrysler Building)

(…) Porque ya no hay quien reparta el pan y el vino,

ni quien cultive hierbas en la boca del muerto,

ni quien abra los linos del reposo,

ni quien llore por las heridas de los elefantes.

No hay más que un millón de herreros

forjando cadenas para los ninos que han de venir.

No hay más que un millón de carpinteros

que hacen ataúdes sin cruz.

No hay más que un gentío de lamentos

que se abren las ropas en espera de las balas (...).


Estos dos fragmentos son muy poco para lo que hay en el libro, sólo una parte de poemas más largos donde se combinan las frases más bonitas con las más crudas. Por no hablar de lo que no he descubierto. Los poemas de racismo, la oda al escritor Walt Whitman, la defensa de los animales y de la naturaleza de Lorca podían también haber formado parte del post, pero no caben, y quizá os guste a vosotros descubrirlo.

La poesía de Lorca no es la mejor para iniciarse en el género, y este libro tampoco es el mejor para iniciarse con Lorca. Probad mejor con Romancero gitano, o con alguna de sus obras de teatro. Sus metáforas son más fáciles de entender, y el ritmo se hace más fácil de seguir. 

Ratita de laboratorio


No hay comentarios:

Publicar un comentario