jueves, 24 de noviembre de 2016

En manos de las furias, de Lauren Groff

Los premios, la mención de que se había convertido en el libro preferido de los Obama y algún fragmento leído en perfiles de gente de la que me fío me hicieron buscar, y leer, En manos de las furias, obra de una joven autora estadounidense. El tema, universal y bastante manido, era el del matrimonio y la evolución del amor a través de los años. Confiaba en que Lauren Groff hubiera construido algo original, en que la búsqueda valiera la pena. Pero el resultado no ha sido lo que me esperaba...

A veces es difícil no dejarse llevar por las críticas entusiastas, sentir que eres tú la que está equivocada. Quizás por eso no dejé el libro, de muchas páginas, a la primera decepción. Y aunque no es un libro que me arrepienta de haber leído -eso me pasa con muy pocos- sí es cierto que las expectativas estaban tan altas que me ha decepcionado muchísimo. Hay detalles, páginas, que valen la pena. Y es un libro que a ratos resulta bastante entretenido. Pero ya está: no es la obra maestra que algunos tratan de vender y, como tantos, pasará. Sin más.

En manos de las furias cuenta la historia de Lotto y Mathilde, desde su apresurada boda con veintipocos años, apenas 15 días después del primer beso. Arranca con la que podría ser su noche de bodas, en la playa: Groff describe un amor reluciente, apasionado, recién estrenado. La fascinación de uno por el otro; el amor deslumbrante de los primeros días. A partir de ahí, y con cambios de perspectiva y saltos en el tiempo, nos cuenta, de un lado, la historia de su matrimonio, y de otro, el pasado de ambos. Empieza con Lotto: un joven irresistible y adinerado, que ama profundamente a su mujer, que siente que ella es quien le salva. La segunda parte es para Mathilde, que es en cierta forma la otra cara de Lotto.

Lauren Groff | Lumen
Se nota el esfuerzo de Groff por crear algo distinto, por cuidar el lenguaje, por incluir alusiones míticas y literarias, por diseñar una estructura sofisticada que implique al lector y le sorprenda. Quizás lo más meritorio sea el momento del libro que habla del despegue de Lotto como autor teatral a través de las obras que va estrenando y en la que se adivinan las vivencias del propio personaje. Pero entre tanto, se cuelan otros momentos mediocres, como la narración de sus primeros años en Nueva York y las fiestas con sus amigos, con diálogos y personajes estereotípicos que hacen perder la esperanza de que estemos ante un libro diferente.

Lo mejor está en la primera parte, en Lotto, aunque he leído críticas que destacan la segunda, la dedicada a Mathilde. Para cuando llegué allí ya estaba desencantada y había dejado de creerme a ambos personajes. Los giros de la novela me resultaron indiferentes y el mensaje me pareció demasiado obvio: sí, todos los matrimonios esconden secretos, como unidad y cada miembro por separado. Incluso grandes secretos. Incluso secretos que no se desvelan nunca. No era necesario tanto envoltorio para contarnos algo que ya dijeron, mucho mejor, algunos de los mejores novelistas de la historia.

Ratita presumida

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