miércoles, 2 de noviembre de 2016

Cleaning up New York, de Bob Rosenthal

Viajar muy lejos da la oportunidad de leer libros que normalmente estarían lejos de tu alcance. En Nueva York visité muchas librerías buscando rarezas entre las estanterías de novedades y recomendaciones, y me tropecé con este librito de los 70 que calificaban como libro "de culto" y que imaginé asequible para mi cada vez más bajo nivel de inglés. El resumen era lo suficientemente raro como para despertar interés: contaba las vivencias de un poeta sin recursos que se ve obligado a meterse a limpiador para pagar sus facturas. El resultado es, extraño pero, efectivamente, la obra tiene algo. Retrata un momento muy concreto en la historia de la ciudad y también sugiere algunas cosas más.

Bob Rosenthal concibió Cleaning Up New York a modo, casi, de diario. Escrito en primera persona, él es el poeta que trata de ganarse la vida en Nueva York y que decide llamar a una agencia para que le contraten por horas como limpiador. Sus versos no le dan, ni de lejos, para pagar su apartamento en el East Village que comparte con su novia y con gran sentido práctico decide dejar a un lado la bohemia, ponerse unas zapatillas de deporte y una cinta en el pelo, y dedicarse a limpiar apartamentos.

Cleaning Up New York está dividido en breves capítulos entre los que se entremezclan las vivencias de Bob en distintos apartamentos neoyorquinos y sus reflexiones sobre la limpieza en sí. Esta parte es, con diferencia, la que hace más extraño el libro y a la vez más atractivo. ¿Bromea Rosenthal cuando divaga sobre la forma de desinfectar un baño recomendando productos y hablando de la satisfacción casi mística de verlo perfectamente limpio? Sí y no: en el libro Rosenthal parece ironizar sobre lo mísero de su realidad pese a sus aspiraciones pero al mismo tiempo trata de darle sentido a lo que hace. Así que sí: hay ironía pero también un atractivo poso de verdad en sus reflexiones. Y se adivina que sus consejos de limpieza son rigurosamente ciertos y efectivos...

La parte en que habla de sus clientes y los apartamentos que visita sirven para hacer un retrato eficacísimo del Nueva York de la época, de sus barrios más vanguardistas y de sus habitantes más culturalmente inquietos: hay algún millonario y alguna pareja excéntrica, pero también hay pintores, escritores... gente a la que el joven Rosenthal quizás querría conocer en otras circunstancias, pero a la que se cruza como mero cliente y que le sirve para enriquecer su red de contactos y para describir lo que significaba la ciudad para un joven artista como él en los 70.

Tras sus meses de limpiador, Rosenthal llegó a ganarse la vida escribiendo y siendo asistente de Allen Gingsberg. Si tenéis curiosidad, el libro no está editado en España pero sí está disponible en Amazon.

Ratita presumida 

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