Recibí Las ilusiones perdidas justo el día de mi cumpleaños, en directo, mientras lo celebraba con amigos a ritmo de videollamada. Fue una buena elección, porque en ese momento andaba interesada por la literatura francesa, y estaba indagando sobre sus clásicos. Balzac no estaba entre mis primeras opciones, pero seguro que hubiera estado entre las segundas. Y la verdad es que, a pesar de ser un libro largo, me ha encantado.