Larkin publicó Una
chica en invierno en 1947. Bibliotecario de profesión, Larkin sólo
terminó dos novelas en su vida, Jill y la protagonista de
este post, y es mucho más conocido por su poesía y por ser crítico de jazz. Dicen que su poesía es melancólica y
triste. No ha sido sino hasta ahora, de la mano de Impedimenta, que
podemos disfrutar de Una chica en invierno en español.
Una chica en invierno
cuenta la historia de Katherine, una refugiada que vive durante la
Segunda Guerra Mundial en Inglaterra trabajando en una biblioteca. Su
jefe, al que odia, le da permiso para que vaya al dentista con su
compañera la señorita Green, que ese día tiene dolor de muelas.
Con este comienzo tan
poco especial, insulso quizá, Larkin nos va contando poco a poco lo
que Katherine va sintiendo a lo largo del día: lo que opina sobre su
compañera, lo que recuerda de Robin, un viejo amigo, las contradicciones entre lo que piensa o
siente y su forma de actuar. Pero, sobre todo, hay mucho que no nos
cuenta, y que poco a poco vamos intuyendo, hechos o sentimientos
reales o imaginados, fingidos o disimulados,
que marcan la comunicación entre las personas y que pueden cobrar
más importancia de la que cabría esperar. De cómo una guerra puede cambiar la perspectiva de todo.
No sé muy bien qué más
se puede contar de esta novela, porque después de leerla se puede
decir que no pasan muchas cosas. Pero me ha encantado esa forma de
presentar los hechos, contados un poco a medias, a través de las
sensaciones de Katherine ante hechos donde nosotros leamos quizá
mucho más (y a veces mucho menos). Una vida llena de detalles a
veces poco importantes que pueden convertirse en decisivos, hechos
nimios capaces de llenar vidas poco interesantes, pero no exentas de
profundidad. Vidas aparentemente tranquilas, personas con capacidad
de autocontrol, con un interior inestable como un volcán a punto de
entrar en erupción... o no. Larkin habla de desdicha y mediocridad,
de miedo y desesperación, pero sin contarnos apenas nada.
Entiendo perfectamente
que se describa a Larkin como pesimista, y como típico inglés: si
sus poemas son como esta novela, puede provocar las lágrimas, y su
forma de hablar de los sentimientos se podría describir como típica
inglesa (haciendo caso de estereotipos). Katherine intenta no sentir,
no pensar, pero a veces no puede evitarlo, y consigue sobrecogernos.
Diría que Una chica
en invierno es una novelita muy interesante, recomendable para
los que busquen algo original y quieran dejarse sorprender.
Ratita de laboratorio
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