Después de mucho tiempo tentándome, he comenzado con una de las sagas estrella de este año: Dos amigas, en Lumen. Decían de ellos por ahí que eran libros para disfrutar leyendo, para paladearlos, para que se te quedaran dentro. Después de terminarme el primero, puedo decir que los elogios están (bastante) justificados: es un libro perfecto para pasar las tardes del verano, gracias a la naturalidad, nada fácil de conseguir, con que Ferrante retrata a sus dos personajes.
Elena Ferrante, una autora que pese al éxito no se ha dejado ver en Italia y de la que se ignora todo, cuenta en La amiga estupenda los comienzos de la amistad entre Lenù y Lila, dos niñas criadas en un barrio humilde de Nápoles. La narradora es Lènu, la niña aparentemente débil de la relación, y el relato, aunque autobiográfico, gira en torno a Lila: sus primeros recuerdos comunes, la admiración hacia ella que nació enseguida, la evolución de su amiga, y la suya, siempre un par de pasos por detrás. Hay momentos en que el dúo, tan antagónico y tan complementario, puede parecer demasiado estereotipado. Pero el cuidado de Ferrante al hablar de sentimientos consigue compensarlo.
Dicen que hay quien sospecha que es un hombre, pero cuesta creerlo por ese aire de autenticidad que tiene la relación entre ellas: Ferrante mima cada detalle, cada capítulo de esa infancia y adolescencia tan común y al mismo tiempo tan mágica como las que hemos tenido todos. La historia está llena de ternura, de respeto hacia el recuerdo de las niñas que fueron. Y pasa de la candidez y la fuerza de los primeros años a los descubrimientos en los siguientes: la ambición, la maldad, la vida más allá de las casas del barrio y el tiempo que ellas no conocieron.
Ferrante acompaña a Lenù y Lila de decenas de personajes que terminan de retratar su mundo, muy pequeño al principio. Aparecen vecinos, padres, compañeros, viejos amigos. Pero el hilo fundamental, y el que en realidad sostiene todo el libro, es el vínculo entre las dos amigas: la autora retrata hasta el extremo todas las aristas de la amistad, una amistad antigua, profunda. Lenù a veces odia a Lila; Lila envidia a Lenù. Pero siguen juntas, unidas por algo que parece superior a ellas, que las ata. Se influyen mutuamente y se alimentan de lo que vive la otra. Es amor, amor con todo lo que conlleva. Y narrado en etapas que ya nos parecen lejanas pero que de la mano de Ferrante se hacen tremendamente vívidas: los terrores de la niñez, la sensación de aventura casi permanente en la adolescencia.
El ambiente está descrito también con mimo y se adivina que Ferrante quiere llevar el lector a otra época en una especie de homenaje a lo que fue la Italia de posguerra y sus intentos de seguir adelante. Pero esos párrafos no tienen la luz de la historia entre las niñas, el verdadero mérito del libro. Vale la pena conocerlas. Yo seguiré haciéndolo.
Ratita presumida
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