El quinto en discordia arranca con un episodio aparentemente trivial en la infancia de Ramsey en un pequeño pueblo canadiense, Deptford. Quien se convertirá en su mejor amigo, Boy Staunton, le persigue tirándole bolas de nieve. Ramsey logra esquivar una y ésta golpea a la mujer del reverendo Dempster, embarazada. El golpe adelantará el parto y desencadenará otra serie de hechos que jamás habrían ocurrido si Staunton no hubiera lanzado la bola y si Ramsey no la hubiera evitado.
La voz que habla en este libro, el primero de la llamada trilogía de Deptford, es la de Ramsey. En el momento del relato es un profesor al borde de la jubilación. Y ante los, a su juicio, injustos homenajes valorando sus logros, decide tomar él la palabra. Ramsey recrea el ambiente de su infancia en Deptford y el modo en que se forjaron las relaciones que marcaron su vida: su amistad con Boy, su vínculo con la señora Dempster, su relación con el hijo que nació prematuro por culpa de la bola de nieve. Y aunque a veces, según avanza el relato, Ramsey parece dejar atrás su pueblo y su culpabilidad, el pasado siempre vuelve: los mismos personajes salen y entran en su vida sin que él parezca poder hacer nada por evitarlo. Mientras Ramsey, a ratos errático, parece buscar su papel en el mundo -héroe de la Gran Guerra, casi padre de familia, erudito, profesor excéntrico-, la vida parece haberle encontrado ya un destino: el de ser el quinto en discordia, el personaje clave en la acción teatral:
"No se puede desarrollar la trama sin otro hombre (...), es necesario que haya un quinto en discordia, porque es quien conoce el secreto del nacimiento del héroe, aparece para ayudar a la heroína cuando se cree perdida, mantiene a la reclusa en su celda o incluso puede provocar la muerte de alguien, si eso forma parte del argumento".
Robertson Davies | Penguin Random House |
En El quinto en discordia también tiene un importante papel el tono de Davies y la forma en que consigue que nada sea casual, aunque en el primer momento sí lo parezca. Davies juega con sus personajes, les coloca en situaciones absurdas, se recrea con sus dudas, ironiza con su búsqueda. Y entretanto nos habla de la guerra, de la religión, de nuestros objetivos vitales, de ese sentido que nunca llega pero que al final, de la forma más absurda, puede revelarse. ¿Están tan tramadas, tan entrelazadas nuestras vidas entre sí como dice el autor? ¿Todo se reduce a buscar nuestro papel, a cumplir lo que se espera de nosotros? Davies fantasea con esa idea y empuja al lector a dudar entre personajes a ratos absurdos y episodios en los que se cuela lo sobrenatural. No queda claro lo que piensa. Pero consigue que el lector se meta en su mundo y se plantee, con él, esas preguntas.
Ratita presumida
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