miércoles, 22 de agosto de 2018

Zorba el griego, de Nikos Kazantzakis

Me leí La última tentación de Cristo, y me quedé con ganas de volver a leer a Kazantzakis, con el libro que fuera. En una librería me asaltó Zorba el griego, y pensé que sería una buena lectura. El tema es parecido: la lucha del alma y el cuerpo, las distintas formas de vivir la vida y buscarle el sentido, pero con dos personajes en vez de sólo uno. Me ha gustado bastante, la verdad, por el conflicto que presenta, pero menos que La última tentación de Cristo. Ahora me queda pendiente ver la película y el baile de Anthony Quinn.


Kazantzakis publicó Zorba el griego en 1946. La película homónima basada en la novela de Cacoyannis de 1964 ayudó a dar a conocer su obra. La insistencia en sus obras sobre el conflicto entre el alma y el cuerpo nos hacen imaginar que Kazantzakis vivió este problema en carne propia, y que continuamente se preguntaba dónde estaba el equilibrio entre dos formas de entender la vida. 

La novela se desarrolla en Creta: un escritor decide, con sus ahorros, explotar allí una mina de lignito, y contrata a Zorba como capataz. El objetivo real de la empresa es, para el escritor, acercarse al mundo real y emprender una aventura que lo aleje de los libros. Cuando conoce a Zorba, que vive el momento, que disfruta de lo que la vida le ofrece, y que a cada rato sorprende con frases que encierran una gran sabiduría, parece su companero perfecto. Juntos trabajan, viven, beben y charlan, y en sus conversaciones se leen lo que los diferencia: por un lado la reflexión, el estudio, pero también la incapacidad para actuar, y por el otro la impulsividad y el disfrute absoluto de los pequenos momentos.

Anthony Quinn caracterizado como Zorba
"...has de saber, joven griego, que quien puede unirse a una mujer y no se une, comete una grave falta. Que una mujer te llame a su lecho y no vayas, ése es el fin de tu alma! el día del Juicio Final ella suspirará y su suspiro te arrastrará al Infierno ... ".

Estas palabras, que Zorba le dice al protagonista cuando ve que no se decide a seguirle el juego a una viuda lugarena, reflejan bastante bien la idea del libro, con su lado positivo y negativo. Dejando a un lado la idea de la mujer que tiene Zorba, su manera de vivir la vida es intensa, real, sufre y ama con todas las consecuencias, pero también es egoísta. Mientras, su joven amigo, no aprovecha el momento sonando con empresas mayores, y olvidando que "... vivimos un instante bajo el sol y luego morimos para la eternidad".

Lo que más me ha gustado del libro, sin duda, son las reflexiones del protagonista sobre su amigo, del que se despide poco antes de comenzar su aventura cretense y en el que piensa a menudo, a la vez que describe esa otra forma de amistad diferente, pero profunda también, que establece con Zorba. Encontrar un amigo con el que conectar como lo hacen en la novela no es fácil, así que si tenéis la suerte de tener un amigo así, luchad por conservarlo. Conversad con él hasta el amanecer, aunque no arregléis el mundo: parte de la solución consiste en poner palabras a los sentimientos y compartirlos.

Ratita de laboratorio

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