lunes, 9 de noviembre de 2020

Las personas del verbo, de Jaime Gil de Biedma

 


Las personas del verbo
fue un regalo de cumpleaños, de lectura un poco tardía. A Gil de Biedma no lo tenía en mi lista de pendientes, y quizá por eso me ha sorprendido tanto su antología. Me ha encantado: es muy auténtica, sin exagerar en lo emocional, como él mismo diría. Paralelamente he leído sobre su vida, y he descubierto que escribió poco y que compaginó su actividad literaria con su trabajo como directivo de una gran empresa. 

Y me he dicho: aún estoy a tiempo.

 

Gil de Biedma publicó pocos libros. Las personas del verbo es la antología de toda su obra, publicada en dos ediciones, en 1975 y 1982, cuando decide completarla con algunos poemas más. Miembro de la generación de los cincuenta, cuidaba muchísimo la forma de sus poemas, aparentemente sencillos y con lenguaje coloquial. Habla de sentimientos y experiencias, sin excederse en sentimentalismos y alejándose de la poesía social.

Publicó Compañeros de viaje en su juventud, como viaje desde el final de la adolescencia a la edad adulta, como diría el propio autor. Después publicó Moralidades, que representa su madurez como poeta. Y más tarde sus Poemas póstumos, deprimido por el paso del tiempo y la llegada de la vejez.  

Gil de Biedma pertenecía a la alta sociedad, pero era de izquierdas, era directivo en una multinacional y adoraba salir de fiesta, se movía en una sociedad conservadora pero era homosexual. En su poesía habla de estas contradicciones y de lo mal que llevaba envejecer, de la amistad, del paso del tiempo, de dejarse llevar y el arrepentimiento. Y lo hace tan bien que consigue que le entendamos a la perfección. Su poesía es auténtica, le leemos a él cuando escribe, en poemas donde buscaba la perfección formal. 

La antología de Gil de Biedma ha sido todo un descubrimiento. Precioso, su Pandémica y celeste, pero hay muchos poemas más que estremecen, que obligan a leer dos veces, que me acompañarán siempre. 

Aquí os dejo como muestra uno de sus poemas más famosos, cuyos primeros versos se citan a menudo: 

 No volveré a ser joven

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
 
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
 
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.


Sobrecogida aún por sus poemas, volveré a menudo a releerlo. Es un bonito regalo, de la editorial Galaxia Gutenberg y prólogo de James Valender. Ocupará un lugar privilegiado en mi biblioteca.

Ratita de laboratorio

2 comentarios:

  1. Ese poema que nos compartes es precioso. Un saludo

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    1. Hola Esther! Sí, totalmente de acuerdo. Un abrazo, y gracias por tu visita!

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