miércoles, 5 de agosto de 2020

En la Tierra somos fugazmente grandiosos, de Ocean Vuong

Como últimamente tengo muy poco tiempo intento elegir libros que sepa cien por cien que me van a gustar, por lo general clásicos. Eso excluye casi siempre las novedades: esos libros que vienen con frases atrayentes en el cintillo y que, a mí al menos, casi siempre me decepcionan. Por suerte, hay excepciones y en los montones de nuevos títulos y escritores noveles hay algunos que realmente merecen cada uno de sus elogios, que sí son "grandes promesas" o "primeras novelas deslumbrantes". Es el caso de Ocean Vuong y de En la Tierra somos fugazmente grandiosos, un libro que compré por esas buenas críticas de las que suelo desconfiar y que a mí también me ha deslumbrado. Es maravilloso, de la primera a la última página.

En la Tierra somos fugazmente grandiosos es la primera novela de Vuong, un joven vietnamita criado en EEUU, donde ahora ejerce de profesor. El libro está concebido como una larga carta a su madre en la que el autor se vacía, explicando tantas cosas no dichas durante su infancia y hablando de su felicidad y de su dolor ante vivencias que jamás le había confesado. La relación de Vuong con su madre es complicada; también lo son sus primeros años en EEUU, donde llegan desde un campo de refugiados en Filipinas junto a su abuela. Vuong relata esos primeros años, el entorno en el que los viven, un suburbio de una ciudad estadounidense sin esperanza, la difícil relación con su madre, a quien intenta acercarse con este caudal de palabras, y sus orígenes, a través de breves flashback construidos con los relatos de la abuela con fragmentos que a veces se acercan al realismo mágico. 

Al principio de la novela pesan más las relaciones familiares; después, el autor se adentra en el relato de cómo conoció el amor y el sexo a través de un joven en una plantación de tabaco. Quizás sea este momento en el que la novela termina de cautivar al lector: si en las páginas anteriores ya ha conmovido la forma en que Vuong habla del tormento que a veces supone para un niño descubrir el mundo sin los apoyos suficientes, ahora el autor le atrapa con el modo en que relata el descubrimiento del amor. Vuong lo hace con una intensidad que a veces deja sin aliento y con un manejo del lenguaje extraordinario, lleno de imágenes y metáforas sensoriales. A partir de este punto, en la larga carta de Vuong, en esta confesión íntima llena de instantes que él convierte en extraordinarios, se entrecruzan presente y pasado, un pasado más remoto, como el de su abuela adolescente en plena guerra, o más cercano, como el de los momentos de su relación con su primer amor y en los que el lector asiste a su transformación en ese ser "grandioso" al que alude en el título de la mano de alguien capaz de verle de verdad.  

¿De qué habla entonces el libro? Es un libro sobre el dolor y la incomunicación: Vuong le habla a su madre, una mujer llena de sufrimiento que a su vez le ha ido trasladando a su hijo. Él intenta, como ha intentado desde siempre, conectar, hablar de lo esencial, volcar lo que siente en ella. Pero sobre todo es un libro, creo, sobre la belleza, que él sabe hallar constantemente; sobre lo grandioso, tan fugaz y también tan frágil: 

"Si comparada con la historia de este planeta una vida individual es tan corta, un abrir y cerrar de ojos, como suele decirse, entonces ser glorioso, incluso desde el día en que has nacido hasta el día en que te mueres, es ser glorioso durante un tiempo muy breve".

PD: la paradoja del libro es que es una carta que jamás podrá leer su destinataria: es a su madre a quien quiere transmitir lo que le ha pasado, lo que ha sentido y lo que piensa de sí mismo en estos años, pero ella no habla ni lee inglés.  


Ratita presumida

1 comentario:

  1. Gracias por tu reseña, me gustó mucho! Acabo de empezar a leerlo y me pareció precioso desde el momento cero.
    Saludos!
    Vic

    ResponderEliminar