sábado, 6 de julio de 2019

La sociedad del cansancio, de Byung-Chul Han

Oí hablar de este autor en el telediario, o en un periódico. Conocido por criticar la sociedad actual, este filósofo había estudiado además en Karlsruhe, esa universidad vieja conocida mía. Por curiosidad, y escuchando la sospecha a mi alrededor de que el libro sería demasiado simple decidí leerlo. Algunas partes están bien, pero algunos capítulos me han sobrado enteros.




Han publicó La sociedad del cansancio en 2012. Actualmente trabaja en Berlín.

Han en este libro habla de su idea más conocida: la sociedad del rendimiento, donde el individuo ya no es explotado por otro sino por sí mismo, obligado o decidido a trabajar cada vez más y mejor. Esta situación la relaciona con la hiperactividad, la falta de vida contemplativa, la depresión o el burnout y la falta de tiempo de fiesta. 

Byung-Chul Han (El País)
No sé hasta qué punto la depresión, que tiene raíces (o fundamentos) físicos está relacionada con la frustración actual, y esto, junto a la continua comparación con la inmunología, no me ha gustado mucho. Ciertos símiles están bien para entender (o hacer entender) pero creo que aquí no le sale bien.

Tampoco me ha gustado mucho el capítulo sobre Bartleby. Creo que habla de él para acercarse al público, pero me parece que es mezclar conceptos, o que se aprovecha de su fama. No entiendo a qué viene. Sí que me ha gustado su idea del rendimiento, y su opinión sobre el hombre actual, su postura ante la salud, los motivos por los que el hombre llena su vida de nada (o la vacía).

La filosofía es una disciplina difícil para la que la mayoría de nosotros estamos poco entrenados. En ese sentido yo veo positiva la divulgación: el intento de acercar al hombre medio ciertos pensamientos o reflexiones para ayudarle en su vida diaria. Pero la divulgación no debe implicar una excesiva simplificación, y creo que Han aquí se equivoca. De todas formas no descarto volver a leerlo: pero en el idioma original (alemán), que es el idioma de la filosofía por excelencia. Por la facilidad para inventar términos, por su concreción, por sus conceptos intraducibles: no es tan raro que Han, siendo surcoreano, escriba sus libros directamente en el idioma teutón.

Ratita de laboratorio

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