El jugador lleva en mi libro
electrónico mucho tiempo, pero no me decidía a leerlo. Un amigo
está releyendo las obras completas de Dostoievsky y cuando me lo contó pensé que era hora de sacarlo de la estantería virtual. Quizá no sea de las obras cumbre de su autor, pero por sus
tintes autobiográficos nos ayuda a conocerle mejor. Y a mí me ha gustado.
El jugador se publicó en 1867 y es
una obra autobiográfica, ya que el mismo autor fue adicto al juego y
aficionado a los casinos en Alemania.
Dostoievsky se vio obligado a redactar esta novela para no perder los
derechos sobre toda su obra, ya que vivía agobiado por las deudas, y
se la dictó a la que sería su segunda mujer (Anna Grigoriévna) en 26 días.
Dostoievsky (Wikipedia) |
El jugador habla del juego y del amor,
de la adicción a la ruleta y del peligro del dinero, y de los
sentimientos y relaciones de un grupo de europeos (rusos, franceses,
ingleses) que conviven durante meses en un hotel a la espera de que
la suerte les sonría y de que la abuela de la familia rusa fallezca y les deje su herencia. De que esto suceda (o no) dependen matrimonios y amistades, relaciones que Ivánovich al principio sólo acierta a adivinar.
Aléksei Ivánovich narra
la historia (preceptor de la familia rusa) en primera persona, y al principio parece un mero
espectador de los acontecimientos. Poco a poco va cobrando
protagonismo despertando nuestra compasión por su amor no
correspondido hacia Polina, que le hace sufrir mostrando su indiferencia y desprecio. Como en todos sus libros, Dostoievsky
en esta obra disecciona el alma humana, sus sentimientos e intenciones, y describe
(yo creo) a la perfección la adicción al juego.
Dostoievsky escribió otros libros más famosos, sus clásicos, como Crimen y castigo y,
puestos a leerlo, son más recomendables que El Jugador. Pero si preferís algo más liviano para conocerlo o profundizar en un capítulo turbio de su vida privada, El
jugador es muy buena opción.
Ratita de laboratorio
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