martes, 31 de diciembre de 2013

Cinco razones para leer el Quijote

Hay libros que dicen que hay que leer por lo menos una vez en la vida. Uno de ellos es El Quijote: el más traducido, el más leído después de la Biblia... y el que está en todas las casas, pero muchas veces sin estrenar. Ponerse a ello cuesta: español antiguo, más de 1.000 páginas, la sensación que se tiene con casi todos los clásicos vistos en el colegio de que va a ser insufrible.... Pero no. El Quijote es uno de esos raros libros en los que todos los críticos están de acuerdo y todos tienen razón: es una de las mejores obras de todos los tiempos y si te gusta leer, te va a gustar. Aquí hay algunas razones más para lanzarse a ello.

1. Es más fácil de leer de lo que parece: al pensar en el Siglo de Oro pensamos en las obras de teatro en verso, en las frases intraducibles de Góngora, en un vocabulario complicadísimo que nos va a hacer mirar el diccionario cada dos por tres... En El Quijote hay, claro, un poco de eso. Es una obra del siglo XVII y está llena de palabras de su tiempo, que hoy han desaparecido, han cambiado de significado o sólo sobreviven en los pueblos. Pero Cervantes es considerado por algo el mejor escritor español de todos los tiempos: su estilo sobrepasa su época y una vez pasadas las primeras páginas el lector se olvida de las palabras que no entiende, como cuando leemos obras en otro idioma y empezamos a sacar los significados del contexto. Escribe tan bien, que el lector moderno termina entendiéndole perfectamente, salvo las expresiones que podemos consultar en las notas a pie de página si sentimos curiosidad. Tampoco hay que olvidar que no todos los personajes hablan de la misma forma. Por ejemplo, el estilo de Don Quijote extrañaba a sus propios contemporáneos y es un juego más de Cervantes para ridiculizarle. Al convertirse en caballero, Don Quijote usa un lenguaje más arcaico que el de sus vecinos. De hecho, Sancho le dice muchas veces que no le entiende. La narración, y la voz de otros personajes, es mucho más llana y comprensible para el lector de hoy.

2. Es un libro de humor: El Quijote, aunque después se convirtiera en algo mucho más grande, nació como un libro humorístico. Está lleno de burlas hacia los fanáticos de los libros de caballerías y, algo más ocultas, a otras costumbres de su tiempo. Su objetivo, en un primer nivel, es entretener. Y como esa es la primera intención de Cervantes, atrapar al lector  para después contarle otras cosas, llena la obra de recursos para conseguirlo que hoy siguen funcionando. El principal es el contraste entre lo que cree Don Quijote que pasa y lo que ocurre realmente, lo que da pie a todo tipo de situaciones absurdas, como la famosa escena de los molinos de viento. En cada aventura, Cervantes procura llevar el choque entre realidad y fantasía al extremo, para que el efecto sea lo más cómico posible. Por eso Sancho es el colmo de lo rústico, la supuesta Dulcinea es retratada como una mujer espantosa, Rocinante está viejísimo y cabalga en dirección a casa en cuanto su dueño le dice que le lleve en busca de aventuras... En su época, cuando sus lectores conocían cómo eran los libros de caballerías, el efecto debía de ser aún mayor, porque en cada situación hay un equivalente con las obras de las que se burlaba. Pero ahora sigue siendo posible sonreír, e incluso reír, mientras leemos, y eso se debe a la forma en que Cervantes nos cuenta las peripecias de sus personajes. Más allá de las aventuras y de las situaciones ridículas, es la ironía del autor lo que al final lleva al lector, también al de hoy, a divertirse con el libro.

3. Es mucho más moderno de lo que parece: Del Quijote se dice a menudo que supone el nacimiento de la novela tal y como la conocemos. Un ejemplo es que en la segunda parte el autor prescinde de los poemas y cuentos que intercala en la primera parte, como hacían otros escritores de su tiempo. Cervantes se da cuenta de que la historia es tan potente que le permite abandonar los trucos de su época y al final, su estructura es bastante parecida a la de cualquier novela posterior. Pero además de este y otros rasgos, como los diálogos, los cambios de estilo o la profundidad de los personajes, hay elementos que hacen que esta obra resulte moderna incluso ahora. El más claro quizás sea el de la mezcla de realidad-ficción. Al principio, sólo se intercalan las fantasías de Don Quijote con la realidad que representan Sancho y el resto de personajes. Pero después, la cosa se complica: aparece el mundo real, el de los lectores, a través de las alusiones de Cervantes al Quijote de Avellaneda, que había tratado de usurparle el personaje. La mezcla es tal, que los protagonistas llegan a tener en sus manos un ejemplar del falso Quijote y a hablar de ello para convencer al lector de que ellos son los auténticos. También aparecen otras formas de realidad, como el sueño de Don Quijote en la cueva de Montesinos, donde se encuentra personajes míticos de las obras de caballerías. Quien lo cuenta es el propio Quijote, no el narrador, quien al ceder la voz a su protagonista, deja al lector la posibilidad de creerle o no, es decir, de decidir si Don Quijote está loco o es más cuerdo de lo que parece...

4. Sancho se quijotiza... y nosotros también: sólo leyendo el Quijote completo, hasta el final, podemos saber qué es eso que cuentan los libros de literatura sobre la "quijotización" de Sancho y que suena tan complicado. La imagen que normalmente tenemos de Don Quijote y Sancho es de dos personajes estáticos, que representan el idealismo y el sentido práctico, respectivamente, y que se complementan. Pero según avanza la obra, las cosas dejan de estar tan claras. A Sancho le influye estar al lado de Don Quijote y poco a poco va dejándose llevar por esa ilusión de su señor de que es capaz de repartir justicia con su caballo y su escudo. En la segunda parte, Sancho decide dejarse engañar y termina, por ejemplo, convertido en el señor de la imaginaria Barataria, o suplicando a su amo que no se rinda y siga viviendo aventuras. Y es un proceso que no vive él solo: en la segunda parte, el narrador deja de ser el que pone a Don Quijote en aprietos porque son los personajes los que juegan a burlar a Don Quijote inventándose historias. Incluso su familia, tan preocupada al principio, desea que vuelva la ilusión al final. Y al lector también termina pasándole lo mismo.

5. Estaba (y está) vivo: algunos críticos han llegado al extremo, alabando la obra, de decir que está muy por encima de su autor y de que éste, pese a ser su creador, no terminó de comprender lo grande que era su libro. Sin llegar a estos extremos, sí parece que El Quijote tuvo una evolución y fue creciendo según lo escribía Cervantes. Al principio iba a ser una novelita corta, burlesca, sobre los libros de caballerías. Pero el escritor debió de darse cuenta en algún momento de que lo que tenía entre manos era mucho más grande, por lo que lo convirtió en una novela larga. Tuvo un éxito arrollador, que desencadenó la segunda parte apócrifa, y Cervantes decidió zanjar la polémica con una segunda parte llena de referencias al impostor y con un final inapelable, la de la muerte del Quijote, que cerraba el paso a futuros intentos de robarle el personaje. Esa influencia que la realidad tuvo en el desarrollo de la obra, y la grandeza que ya adivinaban público y escritor, llega hasta hoy. Hay innumerables estudios del Quijote e interpretaciones que, como en todos los grandes libros, son prácticamente infinitas. Están quienes ven en el libro el retrato perfecto del carácter español. También los que lo ven como un elogio del que tiene valor para soñar e intentarlo, aunque finalmente no venza... Desde que Cervantes lo terminó, no han cesado los análisis, cambiantes según la época, y los descubrimientos, que van haciendo más grande la obra y demuestran que el libro sigue vivo y sigue hablándonos aunque haga mucho que murió su autor.

A por el primer objetivo del año.

Ratita presumida

2 comentarios:

  1. Hola Mer:
    La verdad es que coincido plenamente con lo que dices al principio de la reseña, siempre me ha dado pereza leer el Quijote por las razones que expones y es uno de esos libros que tienes pendientes y nunca te animas a leer. A ver si este año es mi año de lectura del Quijote. Si es así os lo haré saber.
    Aprovecho la ocasión para felicitaros el año a las dos y desearos un prospero 2014 en lecturas. Por supuesto que en todo lo demás también.
    Suelo seguir muy de cerca vuestro blog ya que como os he dicho alguna vez me gusta la selección y variedad de vuestras lecturas, así como las reseñas que haceis. Desde aqui tomo mi apoyo por el esfuerzo de mantenerlo vivo.
    Por último, una recomendación. La verdad es que no me gusta mucho recomendar libros ya que lo que le gusta a unos a otros les aburre, pero por vuestro perfil de lectura creo que os va a gustar. Voy por la página 400 y me esta fascinando. Se titula "Yo confieso" de Jaume Cabré. El único problema es que tiene 850 páginas, pero creo que para vosotras eso no es ningún problema. No os voy a contar de que va porque es muy complicado, me alargaria mucho y no es cuestión.
    Lo dicho, ¡FELIZ 2014! y un fuerte abrazo

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    1. Hola, Jorge! Antes que nada, aunque sea un poco tarde, feliz año a ti también y tomamos nota de tu recomendación. Efectivamente, los libros largos no son un problema ;)

      El Quijote cuesta, y creo que lo más difícil es decidirse a cogerlo con ganas y empezar. Pero, de verdad, no es tan complicado y disfrutarás con él. Piensa sólo en lo vivo que sigue 500 años después: todo el mundo conoce a sus personajes principales y cómo son, y todo el mundo, lo haya leído o no, conoce alguna escena. Eso es por algo. Es un libro tan especial que va a seguir vivo siempre.

      Gracias a ti por los ánimos y por leernos. A ver si este 2014 seguimos con la ilusión del blog y, por supuesto, leyendo y descubriendo nuevos libros. Besos!

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