martes, 22 de diciembre de 2015

Los versos satánicos, de Salman Rushdie


Hace tiempo leí un artículo sobre la libertad de expresión y la censura, desde uno mismo o desde fuera (política o religiosa), y supe que Salman Rushdie fue condenado a muerte a través de una fatwa del imán iraní Jomeiní por escribir Los versos satánicos. Me pareció que su lectura podía complementar mi último proyecto del 2015 (que terminaré ya en 2016) y lo leí para conocer de primera mano esas blasfemias y juzgar, no sólo si había motivos para la ofensa, sino si esa ofensa era justificada para alcanzar un objetivo mayor. Admito que me ha gustado, que me he reído bastante, pero que también hay algo de ofensa innecesaria. 


Salman Rushdie, autor nacido en Bombay pero nacionalizado británico, publicó Los versos satánicos, su cuarta novela, en 1988. Es considerada junto a Hijos de medianoche su mejor obra y la más rodeada de polémica. Su publicación le valió una fatwa del imán Jomeiní por la cual incitaba a los musulmanes a matar a Rushdie a cambio incluso de una recompensa, y que obligó a Rushdie a vivir con protección en el futuro. Varios de sus traductores y editores sufrieron ataques por parte de islamistas radicales, por lo que Los versos satánicos fueron (y son) noticia y tema de conversación, sin que muchos de sus detractores lo hayan leído nunca. ¿Pero cuál es el tema de la obra? ¿Por qué levantó tanta polémica?

Gibreel Farishta y Saladin Chamcha son los protagonistas del libro. Los dos son actores procedentes de Bombay: Farishta es una estrella de Bollywood mientras que Chamcha trabaja en Londres como actor de doblaje de múltiples anuncios y series. Ambos se conocen durante el secuestro por parte de terroristas islámicos del avión que toman hacia Londres desde Bombay, y caen juntos tras la explosión en una playa británica sobreviviendo milagrosamente. Farishta, que sufre visiones en sueños, es la reencarnación en la tierra del arcángel Gabriel y Chamcha, a quien le salen cuernos y cuyos pies se van transformando poco a poco en pezuñas, es la de Satán.

El principal tema del libro son las vivencias de los dos protagonistas tras su transformación mientras el autor repasa sus vidas pasadas. ¿Se merecen este cambio? ¿Es adecuado a lo que han vivido hasta ahora? ¿Se comportan tras su transformación como les corresponde? Pero, sobre todo: ¿estamos seguros de quién es quién?

Salman Rushdie (Wikipedia)
Rushdie nos cuenta la evolución de los personajes a lo largo de su vida, sus actitudes, sus errores y sus aciertos, y cómo cruzan varias veces la línea entre el bien y el mal y lo correcto y lo incorrecto. A través de sus vivencias Rushdie retrata un Bombay que reivindica reformas políticas, y un Londres donde los inmigrantes no se integran como deberían, a veces por el rechazo inglés y otras por el excesivo celo en la conservación de las propias costumbres. Todo esto se cuenta además en la mayoría de los capítulos desde la sátira, con un punto trágico, donde Satán es detenido (y apaleado) por la policía de inmigración mientras Farishta lo mira impasible rodeado de un halo de supuesta santidad. Pero todo esto no fue lo que provocó la prohibición del libro, sino los capítulos en los que Farishta sueña (?) que es el ángel Gabriel.

Las visiones de Farishta son tres: sobre Mahoma y la creación del Islam y la polémica de los versos satánicos (dictados por Satán a Mahoma en una de las revelaciones), sobre Ayeesha y su peregrinación a La Meca acompañada de todo un pueblo que la sigue ciegamente y la del imán exiliado, la más corta de todas, que vuelve a su país gracias a la violencia y a la muerte de inocentes. La causa oficial de la prohibición del libro son los capítulos sobre, supuestamente, Mahoma, pero es probablemente este tercer sueño el que hizo que Jomeiní (imán exiliado en París antes de su regreso a Irán) que condenara a muerte a Rushdie y prohibiera la lectura de la obra. Así que una vez más el miedo a que la gente reflexione sobre problemas reales fue la causa de la censura, y no la blasfemia en sí (a veces un poco injustificada) donde se humaniza a un Mahoma cuyos detractores dudan sobre las supuestas revelaciones.

Admito que me he reído con Los versos satánicos, y que me ha gustado mucho ese bien y ese mal que se difuminan y se alternan en las vidas de los protagonistas, defendiendo el derecho a la evolución, al cambio y al error, y dejando sin contestar muchas preguntas, sobre si el hombre en el fondo es bueno, o no lo es. Las supuestas blasfemias sobre Mahoma y la sátira sobre el arcángel Gabriel son divertidas, pero entiendo que puedan ser ofensivas. Rushdie humaniza a personajes sagrados para los musulmanes y les plantea dilemas morales impensables para los creyentes, y entiendo que desde la religión se critique este libro. Pero cuando leí el sueño sobre, supuestamente, Jomeiní me di cuenta de que esa crítica no debía haber pasado de ahí, y que el excesivo celo sobre el libro no tenía nada que ver con la religión.

Recomiendo su lectura para aquellos interesados en este tipo de polémicas, tanto religiosas como políticas sobre la inmigración y las relaciones entre un país como Reino Unido y la India, su antigua colonia. Está bien escrito y a mí me ha gustado, pero no entra en los imprescindibles. Cumplió su función de equilibrar mis lecturas del año pero esperaba que las supuestas blasfemias tuvieran un objetivo más claro. Quizá ése sea el verdadero objetivo de Rushdie: escribir sobre el Islam desde la sátira sin más objetivo que plantear preguntas, como reivindicación de una libertad que a veces parece en peligro.

Espero que el 2016 os traiga mucha felicidad y muchos libros: nosotras seguiremos contándoos lo que leemos. Un saludo en especial a nuestros seguidores, ya sois 46. Gracias por vuestro apoyo.

Ratita de laboratorio

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