domingo, 3 de agosto de 2014

En busca del tiempo perdido (II): A la sombra de las muchachas en flor, de Marcel Proust

Después de leer Por el camino de Swann, ya dije que seguiría con Proust: no todo seguido, no sin descansar con otros libros, pero decidí que leería la segunda parte de En busca del tiempo perdido. Parecida a la primera en temas y estilo, vuelve a dejarme con ganas de más y de conocer la vida de los Guermantes. Seguid leyendo, pero sólo si ya leísteis Por el camino de Swann

En A la sombra de las muchachas en flor conocemos la vida en París de Marcel y su paso a la adolescencia. En los Campos Elíseos consigue entablar relación con Gilberta, la hija de Swann, de la que se enamora perdidamente. Es así como, a través de los recuerdos de Marcel, conocemos la vida casera de los Swann y su presente, después de haber leído en Por el camino de Swann sobre el comienzo de la relación de la pareja.

Hacia la mitad del libro Marcel se marcha con su abuela a Balbec, para intentar mejorar su salud (muy delicada) pasando el verano cerca del mar. Separado de su madre, poco a poco se va adaptando a su nueva vida, y conoce a algunos de los huéspedes del hotel, con los que establece relaciones de amistad. En A la sombra de las muchachas en flor, Marcel conoce a muchas mujeres, de las que intenta conseguir lo que busca exagerando a veces con el cortejo y los rodeos que da a entender eran comunes en la época. Aparece también en esta obra Albertina, personaje inspirado según he leído en el ayudante de Proust. Ella y sus amigas marcan el final de la estancia de Marcel en Balbec.

Me pareció muy interesante su encuentro con el conocido pintor Elstir y la crítica que hace de sus obras, y también las reflexiones sobre el olvido del amor, al que ayuda el cambio de costumbres, y sobre el enamoramiento de personas a las que ni siquiera se conoce. La vida que Marcel describe, ciertamente superficial y centrada en visitas y sobre la que el autor reflexiona, impide al escritor iniciar su trabajo, algo que pasó también en la realidad al joven Proust.

Volveré, tras un descanso, con los Duques de Guermantes.

Ratita de laboratorio




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