
Hoffman publicó Lost in Translation en 1989. Se tradujo al castellano en 2018.
Hoffman era feliz en Polonia. Sabía tocar el piano, y tenía amigos, familia, un tejido social en el que estaba bien. Tenía unas referencias, un ambiente conocido, y cuando lo abandona para marcharse a Canadá, sufre mucho. Su pasado queda atrás, su infancia, y cuando su nombre de pila, Ewa, pasa a ser Eva, se divide en dos.
Quizá sea la edad a la que emigró lo que haya hecho difícil la integración a Hoffman: con 13 años, es difícil definir dónde empiezan los problemas culturales y dónde los de la adolescencia. Quizá también Hoffman lo exagere, para que dudemos de ella, para que creamos que es su circunstancia particular. Pero nos preguntamos: y si hubiera sido adolescente en Cracovia? Se habría sentido más comprendida? Y, sobre todo, qué significa la integración? Perder la capacidad crítica?
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Eva (Ewa) Hoffman (Báltica) |
Hoffman pasa durante su proceso de adaptación (que puede durar toda una vida, o no terminar nunca) por la etapa de idealización: su país de origen implica su infancia, y la recuerda, como muchos recuerdan sus años de niñez, con gran añoranza. Pero esa idealización es peligrosa: no puede vivir imaginando cómo sería su vida en Cracovia, no puede ser siempre dos personas. O sí?
Lo más interesante para mí del libro es el proceso de aprendizaje de la lengua: maravillosa la descripción de ciertos procesos como la simplificación de los sentimientos, o de los problemas, porque no se conocen las palabras, o los matices para explicarlos. Y esa dualidad que crea el nuevo idioma que hace dividir el carácter: ser más tímida en otra lengua, la pérdida de espontaneidad por no evitar pensar en la gramática cada vez que se discute sobre algo. Aprender un idioma es difícil, y si uno tiene el objetivo de Hoffman (hacerlo suyo hasta ser capaz de escribir sobre literatura), hay que luchar muy duro y estudiarlo. Hasta que un día se aprecia el arte en lenguaje ajeno.
Me ha parecido una novela muy larga: unas cuantas páginas menos y hubiera sido perfecta. Demasiada introspección interior, demasiada importancia a muchos detalles que sólo son eso, detalles. Y a tramos se le echa la culpa de todo a la diferencia cultural, con lo que no estoy nada de acuerdo. Pero sé, como Hoffman, que esa etapa se pasa. Y también creo que, aunque yo no esté de acuerdo con todo, entiendo mucho a Ewa por vivir una etapa parecida. Por eso a más de uno le vendría muy bien leerlo, para ponerse en el lugar de otros y aprender sobre un proceso complejo y personal como es la inmigración y la integración.
Ratita de laboratorio
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