
Como cada Navidad, vine a Madrid con la maleta medio vacía, dispuesta a, en caso de necesidad, buscar algún libro antiguo en la estantería familiar. Me decidí por
La romana, sin saber nada de la obra, y casi sin leer el resumen. Contenta de leer una obra italiana, descubrí con la lectura que habla de la vida de una prostituta, obligada por la vida (o empujada, o animada) a llevar el único estilo de vida posible a tenor de las circunstancias. Debo decir que me ha gustado, porque adoro los libros que no nos dicen todo lo que hay que decir, permitiendo que seamos nosotros los que, tiempo después, entendamos a ciertos personajes cuyas relaciones son tan extremas.