
Cuando hace unos meses anunciaron que
Bob Dylan había sido premiado con el Nobel de Literatura no pude
evitar sorprenderme y, antes de emitir un juicio, preguntarme qué
otras opciones había. De los autores más nombrados como candidatos
sólo había leído a Murakami, que no me gusta, así que me faltaban
argumentos (como a tantos otros, hayan apoyado o no la decisión),
para hablar del tema. Decidí leer más posibles Nobeles, y empiezo con Philip Roth: como Dylan
es estadounidense, escribe en inglés y es judío, y algunos dijeron
que dárselo a Dylan era más cómodo que premiar a Roth. Aquí os
hablo de
El mal de Portnoy, la obra que le hizo famoso: un
monólogo de Portnoy con su psicoanalista muy explícito donde Roth
habla de los judíos estadounidenses.