Oí hablar de este autor
en el telediario, o en un periódico. Conocido por criticar la sociedad
actual, este filósofo había estudiado además en Karlsruhe, esa
universidad vieja conocida mía. Por curiosidad, y escuchando la sospecha
a mi alrededor de que el libro sería demasiado simple decidí leerlo.
Algunas partes están bien, pero algunos capítulos me han sobrado
enteros.
Han publicó La sociedad del cansancio en 2012. Actualmente trabaja en Berlín.
No sé hasta qué
punto la depresión, que tiene raíces (o fundamentos) físicos está
relacionada con la frustración actual, y esto, junto a la continua
comparación con la inmunología, no me ha gustado mucho. Ciertos símiles
están bien para entender (o hacer entender) pero creo que aquí no le
sale bien.
Han publicó La sociedad del cansancio en 2012. Actualmente trabaja en Berlín.
Han
en este libro habla de su idea más conocida: la sociedad del
rendimiento, donde el individuo ya no es explotado por otro sino por sí
mismo, obligado o decidido a trabajar cada vez más y mejor. Esta
situación la relaciona con la hiperactividad, la falta de vida
contemplativa, la depresión o el burnout y la falta de tiempo de
fiesta.
Byung-Chul Han (El País) |
Tampoco me ha
gustado mucho el capítulo sobre Bartleby. Creo que habla de él para
acercarse al público, pero me parece que es mezclar conceptos, o que se
aprovecha de su fama. No entiendo a qué viene. Sí
que me ha gustado su idea del rendimiento, y su opinión sobre el hombre
actual, su postura ante la salud, los motivos por los que el hombre
llena su vida de nada (o la vacía).
La
filosofía es una disciplina difícil para la que la mayoría de nosotros
estamos poco entrenados. En ese sentido yo veo positiva la divulgación: el
intento de acercar al hombre medio ciertos pensamientos o reflexiones
para ayudarle en su vida diaria. Pero la divulgación no debe implicar
una excesiva simplificación, y creo que Han aquí se equivoca. De todas formas no descarto volver a leerlo: pero en el idioma original (alemán), que es el idioma de la filosofía por excelencia. Por la facilidad para inventar términos, por su concreción, por sus conceptos intraducibles: no es tan raro que Han, siendo surcoreano, escriba sus libros directamente en el idioma teutón.
Ratita de laboratorio
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