domingo, 22 de julio de 2018

Cinco razones para leer 'Fortunata y Jacinta', de Benito Pérez Galdós


Fortunata y Jacinta es la obra maestra de Pérez Galdós y una de las novelas más importantes de la literatura español. Pero, como El Quijote, muchas veces queda a la espera, sin ser leído, por pereza, por su extensión, porque no hay tiempo... El verano es el momento perfecto para lanzarse a leer un gran clásico: ¿por qué no éste? Os damos cinco razones: 


Una trama que 'engancha': si tienes la suerte de no haber visto la serie de televisión que produjo TVE en los 80 puede que no sepas apenas nada del argumento de Fortunata y Jacinta y tras comenzar el libro sigas leyendo por el simple placer de saber cómo va a terminar y cuál será el destino de sus dos protagonistas femeninas. Galdós era un narrador extraordinario, capaz de mantener la atención del lector y el pulso de la historia incluso en obras tan extensas como éstas, con decenas de personajes y tramas secundarias.


Dos personajes femeninos brillantes: en el siglo de las grandes novelas protagonizadas por mujeres - Anna Karenina, Madame Bovary, La Regenta... - Galdós introduce la novedad de presentar a dos protagonistas enfrentadas por amor, el de Juanito Santa Cruz, un joven frívolo y mujeriego que seduce a ambas. Una es la esposa; la otra, la amante. Y aunque las separa un abismo, la habilidad de Galdós para retratar personajes las acerca una y otra vez, unidas por la traición del hombre al que aman, las imposiciones sociales de la España del XIX y unos sentimientos que no logran controlar. El lector no tiene que elegir entre una u otra sino que las comprende y las compadece a ambas: a Jacinta, en la ira que se le acumula pese a su bondad y en el sufrimiento de no tener lo que más ansía; a Fortunata, en su impulsividad, su pasión y sus intentos de ser lo que no puede. Las pocas veces en que ambas se cruzan en la novela son memorables. Y cada página en la que Galdós intenta explicarnos lo que de verdad sienten, también.

Fotograma de la serie de RTVE

El viaje al Madrid del XIX: habitual protagonista de las obras de Galdós, la capital luce como nunca en Fortunata y Jacinta. El autor se recrea en describir el ambiente de la capital entrando en las casas de la alta burguesía y en las viviendas más humildes; en los cafés con sus personajes; en las calles del centro, con sus nombres, y en los barrios de la entonces periferia; en iglesias, monasterios, fiestas callejeras, entierros y mercados. Mendigos, marqueses, monjas, familias venidas a menos, funcionarios, curas corruptos… todo el Madrid de la época entra en la novela que quizás mejor describe a esta ciudad y a la sociedad de finales del XIX. Especialmente brillantes son el primer encuentro de Juanito y Fortunata en las escaleras de un sucio edificio del centro, el momento en que Jacinta se aventura a visitar a varias familias que viven en la miseria o la descripción del bullicio de los comerciantes callejeros antes de la Nochebuena.

Los retratos de Galdós: decenas de personajes aparecen en la novela de Galdós. Y aunque el autor destaca en el detalle y el realismo con el que cuenta lo que sienten sus protagonistas, también sobresale en el modo en que describe al resto. Le bastan un par de adjetivos o una comparación mordaz que ridiculice su físico o algún rasgo determinante de su carácter para decir lo suficiente sobre el personaje y para que el lector lo vea ante sí. La galería es extensísima y los ejemplos sobre la habilidad del autor para el retrato, también.


El final: la confesión, la carta, la última pelea… el lector, familiarizado ya con cada recoveco de los personajes, disfruta de un final a la altura de la novela, en la que Galdós trata de cerrar el círculo entre los tres protagonistas y repartir justicia.

Ratita presumida

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