Como parte de la
preparación para las vacaciones, he vuelto a leer a uno de los
grandes rusos, Chéjov, esta vez en forma de cuentos. Si, como yo, os
interesáis por el género no sólo como lectores sino como
escritores aficionados, Chéjov es un imprescindible cuya influencia
llega hasta nuestros días. Con una producción monumental, consiguió
no repetirse, y gracias a esta antología yo ahora también tengo
„mis“ cuentos preferidos de Chéjov.
Chéjov escribió
muchísimos cuentos que fue publicando en varios semanarios hasta su
muerte en 1904. Escribió tantos, que sus obras completas llegan a
ocupar dieciocho volúmenes, y se dice que aún quedan cuentos por
encontrar (algunos los escribió con pseudónimo). Aunque tiene
algunas novelas cortas y obras de teatro, son sus cuentos los que le
encumbraron como maestro ruso del género. En ellos su constante son
los finales inconclusos y abruptos, que terminan de forma indefinida
con una frase chocante, a veces aparentemente sin sentido, y casi
siempre genial y los personajes complejos, que conocemos sólo
parcialmente a través de sus acciones. Normalmente son oscuros, a
veces tristes y resignados, y a menudo parece que Chéjov nos cuenta
la vida de alguien normal que nos pasaría desapercibido, si él no
nos mostrara un (su) mundo interior, más intenso de lo que cabría
esperar.
Tras leerlo, entiendo por
qué Chéjov es tan importante para los cuentistas: he visto su
influencia en Dahl, Munro, hasta en King, y me ha parecido increíble
su creatividad. Aunque todos sus cuentos provocan esa cierta
inquietud tan de Chéjov, son todos diferentes, y sus protagonistas
son de lo más variado: mujeres, hombres, ninos, ancianos, ricos,
pobres... Dicen que afirmaba que era capaz de escribir un cuento de
un día para otro con el tema que le propusieran, y nosotros sabemos
no sólo que lo podría hacer, sino que lo haría bien. Porque otra
de sus características es que, a pesar de escribir tanto, todos sus
cuentos tienen una calidad relativamente alta.
![]() |
Chéjov (wikipedia) |
Es muy complicado elegir
unos cuentos preferidos, sobre todo si sólo se han leído una mínima
parte del total de su obra. Pero os diré que leyéndolo entendí por
qué La dama del perrito es el más conocido, y que sé que
nunca olvidaré Tristeza, Vanka, Ganas de dormir ni Enemigos.
Si tuviera que elegir uno, elegiría La Corista.
Como los cuentos de
Chéjov son muy cortos, es mejor leerlos sin saber de qué van, para
sorprendernos y disfrutar más las pocas páginas que ocupan. A pesar
de ello, os hablaré de Luces, que no es mi cuento preferido
pero que tiene mucho de Chéjov, con sus paisajes simbólicos, sus
protagonistas misteriosos y sus mujeres.
En Luces, un
hombre extraviado charla con dos ingenieros civiles que trabajan
construyendo la vía del tren. Es de noche, y desde la vía ven las
luces de un pueblo lejano. Antes de acostarse hablan de la vida, del
desengano y la desesperanza, que son sentimientos típicos de viejo.
Sentir desgana por vivir y no disfrutar de joven es fatal, y para
ejemplificar sus palabras, el ingeniero jefe cuenta una historia de
su juventud sobre una mujer.
Creo que una colección o
antología corta de Chéjov es un buen regalo siempre, perfecto para
los que tienen poco tiempo para leer o les cuesta concentrarse. La
que yo leí (Alba Editorial) tiene 61 cuentos, y me ha parecido perfecta, aunque al
principio los cuentos eran tan cortos y los leí tan rápido que
sentí que no iba a disfrutarlos. Además están ordenados
cronológicamente, lo que permite estudiar la evolución de Chéjov a
lo largo de los anos.
Os invito a que leáis a
Chéjov en cualquiera de sus múltiples colecciones y nos contéis
cuáles son, para vosotros, sus mejores cuentos.
Ratita de laboratorio
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