Cincuenta sombras de Grey, de E.L. James

Con la intención de no mantener nuestro blog al margen de los fenómenos literarios del momento y con la excusa de leerlo en alemán, la otra ratita y yo caímos en la tentación de comprar un ejemplar del libro de moda. La trilogía sobre Christian Grey y Anastasia Steele está en los puestos de los libros más vendidos por estos lares, como en muchos otros países, y hasta en el trabajo me habían hablado de él. ¿Qué tendrá Grey, que a todas enamora? ¿Cómo se dice flagelar en alemán? Con estas dudas me sumergí en una lectura que, al menos, no se me ha hecho difícil.

E.L. James (en realidad, Erika Leonard y ejecutiva de televisión de profesión) publicó este libro en el año 2011 a partir de un fanfiction de Crepúsculo. Publicado en una editorial pequeña con sede en Australia, la publicidad se hizo a través de blogs de libros y del boca a boca entre, supuestamente, amas de casa que leían estos libros en soporte electrónico. Así hasta convertirse en uno de los mayores éxitos literarios de los últimos tiempos.

En la primera parte de la trilogía la autora nos cuenta cómo se conocen los protagonistas y cómo empiezan su relación. Él, Christian Grey, es un atractivo hombre de negocios, y Anastasia Steele es una joven inexperta en el terreno del amor, inteligente y un poco patosa. Bastante típico. La gracia del libro es que a él le gusta el rollo sadomasoquista, o BDSM, que es como oficialmente se conoce, y propone a Anastasia establecer dentro de esos términos su relación, con contrato de por medio. Ella busca una relación un poco más estándar, pero se enamora de Grey y acepta entrar en el juego a cambio de ciertas condiciones.

Sin duda, si lo que uno busca en este libro es literatura de calidad, no la va a encontrar. Pero tampoco si lo que se busca es un libro sobre el sadomasoquismo porque, aunque a nivel informativo sí que se cuentan cosas, los límites en los que se mueve la autora (malpensada de mí, para aumentar su arco potencial de lectoras) son bastante suaves. Y para mí ése es el problema del libro, que se mezclan demasiado las cosas, y que al final el libro no es ni erótico ni de amor, o es las dos cosas juntas, y a veces poco creíble. Por un lado están las escenas en las que Grey dice frases del tipo: „Ana, has sido mala y por eso te voy a castigar“, y por otro las escenas familiares, las entrevistas de trabajo o los cafés con los amigos, y las reflexiones de Ana, llena de dudas, inseguridades y celos. Por no hablar de cuando a Mr. Grey le da por ponerse romántico a base de talonario. Pero el libro tiene que moverse dentro de los límites de lo comercial y dar dosis de romanticismo a una relación BDSM para llegar al gran público. Si nuestra autora se hubiera metido de lleno en una relación de control absoluto, donde ella consintiera como sumisa mucho más de lo que Anastasia hace (a nivel psicológico, por ejemplo), no hubiera vendido ni la mitad de los libros que ha vendido, por no hablar de las críticas que hubiera recibido. Aunque a mi modo de ver los celos de Mr. Grey (y los de Anastasia también) sí que sobrepasan ciertos límites que la autora vende como normales.

En fin, que esta autora se ha hecho rica gracias a un libro que, muy bueno, no es, cosa que reconocen muchos de sus lectores. Pero es entretenido, y a mí me salvó el último fin de semana que me quedé en casa por culpa del primer catarro de temporada. Además, dicen que ha mejorado la vida sexual de muchas parejas. Pero yo creo que los libros siguientes de la saga no los voy a leer: intuyo que serán demasiado románticos, y mi compañero de trabajo me ahorró la tarea porque me contó el final de la trilogía. Tranquilos, yo no os lo voy a contar: no porque crea que merece la pena (que puede merecerla, como digo, entretenidos son) sino porque si lo hiciera, traicionaría uno de los principios del blog.

Por cierto, flagelar en alemán se dice auspeitschen, y es separable.

Ratita de laboratorio