domingo, 4 de marzo de 2012

La Marcha Radetzky, de Joseph Roth

Hasta hace un par de meses, si yo escuchaba La Marcha Radetzky lo primero que me venía a la mente era la Filarmónica de Viena llena de señores en frac y señoras vestidas de gala dando palmadas el día de Año Nuevo. Ahora, gracias a la novela más conocida del autor austríaco Joseph Roth, pensaré en el desdichado joven Trotta y en su destino, marcado por la influencia del Héroe de Solferino. Pensaré en la Monarquía Austrohúngara y en su declive, en el Emperador Francisco José I y en su vejez: pensaré en la llegada del Fin del Mundo.





Joseph Roth narra en esta novela la historia de la familia de los Trotta comenzando en el año 1859, en el que tiene lugar la Batalla de Solferino. En esta batalla, el entonces joven subteniente Trotta, salva la vida del Emperador, que en agradecimiento le convierte en Barón. Así es como los Trotta, anteriormente agricultores, se convierten en miembros de la nobleza. Tras varias decepciones por el cambio de clase, el viejo Trotta insta a su hijo a hacerse funcionario. Éste a su vez apoyará a su hijo en la decisión de ser militar, y así es como Carl Joseph se ve convertido en subteniente, como su abuelo, y se siente llamado a, como él, salvar algún día la vida del Emperador. Pero Carl Joseph no es como su abuelo: no es fuerte, ni valiente, y se siente presionado a hacer algo importante con su vida por ser nieto de quien es. No tiene propia iniciativa, y su vida transcurre como de casualidad y obedeciendo a lo que su padre espera de él: el propio Carl Joseph no decide nada, lo que le pasa le pasa porque le tiene que pasar. Y así es como conoce el amor, la amistad y la muerte, demasiado presente en su destino.

Descrita por Vargas Llosa como una de las mejores novelas políticas jamás escritas, la historia de los Trotta se enmarca en los últimos años de la Monarquía Austrohúngara, en Viena, capital del reino, pero también en provincias y cerca de la frontera. Todos los acontecimientos apuntaban a que el fin del Imperio estaba próximo y éste se comparaba con el Fin del Mundo, por la gente normal, por el Ejército, pero sobre todo por una familia como la familia Trotta, donde la admiración y el respeto por el Emperador y el orden establecido adquirían tintes de ciega veneración. Así el autor retrata el comienzo del fin de la Monarquía y la sensación de inevitabilidad de la Primera Guerra Mundial. La ley ya no se respetaba y los nacionalismos y rebeliones de los trabajadores estaban al orden del día, y lo enlaza con el declive del propio Carl Joseph Trotta, cuyos sufrimientos le llevan a servir al Imperio en la frontera donde toma contacto con el alcohol, el juego y la lujuria.

Pero no sólo habla de historia y de política. Joseph Roth retrata en su libro a hombres serios, disciplinados, rígidos y exigentes, pero a la vez débiles y sufridores. Hombres que, aunque no quieran reconocerlo, necesitan voces amigas que les consuelen, manos tiernas que los acaricien, corazones sensibles que los comprendan. Las relaciones que se establecen entre los hombres de la novela (casi no hay mujeres a lo largo de las 400 páginas) son más intensas de lo que parecen, porque no se basan en las palabras o en los gestos con los que se expresan si no precisamente en los silencios y en los abrazos y besos que no se dan. Angustia la falta de calidez de las relaciones, el exceso de hombría mal entendida, que lleva al pobre Trotta a temer a su padre, el cual lo adora.

Un libro interesante sobre una época interesante, sobre todo porque el autor murió antes incluso de que comenzara la Segunda Guerra Mundial. Últimamente me gustan los libros y las películas del período de Entre Guerras, donde se considera la Primera Guerra Mundial el acontecimiento con el que la sociedad del momento toca fondo, la vergüenza de la Historia, la Gran Guerra, porque resulta inimaginable que algo peor pueda pasar en el Primer Mundo. Esa consideración tan ingenua para nosotros, que sabemos que el hombre tropezará de nuevo con la misma piedra, que sabemos que después de la Primera vendrá una Segunda.

Con este libro uno aprende sobre Historia y sobre la Humanidad, y alemán también, si hacéis como yo y os lanzáis a la aventura de leerlo en el alemán en el original. El estilo es sencillo, con frases de estructura simple, y los mayores problemas con la lectura vienen por el desconocimiento de la jerga militar. De todas formas, yo no lo recomiendo si no os interesa mucho la Historia. Es un libro triste, melancólico, y la compasión que se siente por el pobre Carl Joseph puede hacerse insoportable. Además, resulta bastante duro ver la falta de comunicación de los protagonistas, la obediencia ciega con la que cumplen su deber, la resignación con la que aceptan la inevitabilidad de sus destinos cuando lo único que deberían hacer para poder cambiarlos sería hablar de ello.

No seamos así y comuniquémonos más, por favor. Y que no empiece una Tercera.

Ratita de laboratorio

4 comentarios:

  1. Magnífica y emocionante reseña.En este tiempo estoy leyendo mucho sobre las terribles guerras mundiales y su entretiempo. Quedé aún más espantado por la locura de los hombres responsables que causaron la tragedia de millones de combatientes y poblaciones civiles

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    1. Hola Ángel,

      gracias por visitarnos! Esa época nos interesa mucho a las dos ratitas, y esperamos seguir escribiendo sobre libros interesantes que hablen sobre ello. Como dicen: la Historia hay que conocerla para no repetirla.

      Un abrazo,

      Ratita de laboratorio

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  2. Muy buena reseña de "La Marcha.."; objetiva y concreta. Hasta ahora advierto lo que mencionas, casi no hay mujeres en la trama y eso le da su característica a la novela. He disfrutado leyéndola en su versión española de Edhasa y la traducción de Arturo Quintana me parece magnífica.

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    1. Hola Morph,

      muchas gracias por tu comentario! como dije en el post, yo la leí en alemán así que no conozco las traducciones al castellano. gracias a tu comentario, quizá alguien que no se anime con la obra original, sepa qué buscar si decide leer este libro.

      Me alegro de que la disfrutaras, un abrazo,

      Ratita de laboratorio

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