No suele pasar, pero a veces los elogios de las solapas de las novedades tienen razón. Es lo que ocurre con El amigo, de Sigrid Nunez, una preciosa novela corta de argumento difícil de definir tan bueno como prometen las reseñas y merecida ganadora de los premios que ha ganado, entre otros el National Book Award. ¿De qué trata? De la amistad, del amor, de la muerte, de la soledad... Toca muchísimos temas desde un punto de vista inteligente, sensible, y está escrito con un lenguaje limpio, sencillo, capaz de alcanzar a cualquier lector.
Es difícil imaginar que la narradora no es la propia Sigrid Nunez (aunque quizás no lo sea). La historia arranca con el relato en primera persona del shock que supone para una escritora y profesora universitaria que vive en Nueva York el suicidio de su mejor amigo, otro escritor de éxito y profesor prematuramente jubilado. La relación entre ambos era especial, muy intensa: él era para ella uno de los pilares de su vida: casi amante, amigo, hermano, mentor. Al impacto de digerir su muerte se une el encargo de cuidar de su mascota, un enorme gran danés con el que tendrá que compartir su minúsculo apartamento.
El amigo es la historia de un duelo, un duelo en realidad compartido: lo viven ella y el perro, que ya fue abandonado una vez y que ahora llora la pérdida de su dueño y de su hogar. A ella le cuesta que la gente entienda hasta qué punto le duele lo que ha perdido y el perro se convierte en un compañero, alguien con quien compartir el dolor, alguien en quien ver reflejado el propio sufrimiento. La autora debe comprender la ausencia y sus razones y lidiar con su propia tristeza. Lo que escribe, una especie de diario en el que vuelca reflexiones sobre sus lecturas y sobre sus clases, recuerdos de su amigo, y las rutinas con las que sobrellevar su día a día, termina constituyendo una especie de terapia, una forma de expresar todo lo que se le está removiendo por dentro, entremezclado con reflexiones sobre distintos escritores y filósofos, y sobre todo tipo de temas: el amor, el matrimonio, la amistad, la inocencia...
No hace falta ser una enamorada de los animales para enamorarse de Apollo y entender por qué la narradora se vuelca con él. Y lo cuenta sin excesos, sin idealizaciones; para el lector es sencillo recorrer el camino que ella hace, del golpe inicial al dolor continuo y al consuelo de cuidar de otro. No es su única terapia: escribir, las visitas al psicólogo, los largos paseos y, sobre todo, la lectura, acompañan a una mujer que sigue soñando con alguien a quien ha perdido para siempre pero que de algún modo siempre está con ella. Dice Vivian Gornick en la contraportada de la edición de Anagrama que al terminar El amigo da pena "dejar una compañía tan inteligente", capaz de proporcionarle "tanto placer e incluso, por momentos, felicidad". Justo eso es lo que se siente al cerrar el libro, al dejar de escuchar a Sigrid Nunez. Perdemos compañía, consuelo; perdemos una voz amiga.
Ratita presumida
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