Con Una historia de amor y oscuridad doy por finalizado mi proyecto de leer a candidatos al Premio Nobel de Literatura. Oz murió las Navidades pasadas, y entró a mi lista de pendientes por haber sido candidato en algún momento al galardón. Su muerte me entristeció, y sin saber aún si alguna vez se volverá a premiar a la Literatura desde Estocolmo, decidí cerrar el ciclo. Conseguí mi objetivo: conocer a más autores contemporáneos y conocidos, y ahora me apetece ahondar en algunos de ellos y olvidar a otros. Una historia de amor y oscuridad ha conseguido sobrecogerme, me emociono aún al pensar en el pequeno Amos. La literatura, para algunos autores, es una profesión, para otros un destino. Hay quien escribe porque no sabe hacer otra cosa. Pero Una historia de amor y oscuridad tiene una labor redentora: Oz se confiesa, se lamenta, se perdona. Y a nosotros nos hace llorar.
Amos Oz (wikipedia) |
Amos Oz (nacido Klausner) nació en Jerusalén, y esta novela se centra en su infancia y su juventud. A ratos me parece que Oz, un escritor muy conocido, escribe su autobiografía sin dar mucha importancia a su posible interés: la gente la va a leer, la va a comprar, porque es su historia, aburra o no. Y a ratos las anécdotas cansan un poco. Pero las escenas más cotidianas (Amos es un nino solitario que adora jugar a las batallas) se intercalan con la historia de su familia, culta a más no poder, y con varios miembros expertos en hebreo y en literatura. Oz conoce a personajes históricos, y también nos habla de sus padres, de sus abuelos, y de sus orígenes: de cómo un día, empujados por el desprecio, decidieron probar suerte y seguir su vida en lo que aún no era el Estado de Israel. Nos habla de la carga sobre sus hombros, familiar y estatal: de cómo vivió la creación del Estado de Israel y lo que implicaba para los judíos.
Cartel de la película |
Pero el objetivo de Oz al escribir su autobiografía es otro: es hablar de esa infancia, marcada por varios acontecimientos, algunos de ellos muy duros. Y es aquí donde se os puede encoger el corazón.
Siguiendo mi costumbre, no recomiendo libros tristes. Yo he aprendido mucho de historia, de los judíos y de Israel. Pero lo que aprendí del pequeno Amos también me ha hecho llorar. Estoy segura de que escribir este libro le dolió, aunque me gusta pensar que también le alivió: como dije al principio, el arte para algunos es redentor.
Ratita de laboratorio
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