La otra ratita del blog me recomendó leer este libro durante un largo viaje. „Te engancharás y se te pasará el tiempo volando“, algo por otra parte sin ningún tipo de mérito si el viaje lo realizase en avión. Así es como decidí al ir en tren a Colonia empezar este libro, y así es cómo por primera vez en años no me metí con la Deutsche Bahn cuando sufrí el enésimo retraso por „causas ajenas al conductor“.
Lo verdadero es un momento de lo falso es una biografía sobre Pumuky, cantante del grupo Sex&Love Addicts y fallecido en extrañas circunstancias. Como el pobre hombre ya no puede ser entrevistado porque está muerto, la biógrafa escribe un conjunto de historias en las que las personas más allegadas a él describen cómo era, y que son supuestas transcripciones de lo que los personajes han dicho en entrevistas grabadas a la escritora. En la primera página del libro se incluye un esquema cuyo elemento central es Pumuky y donde se señalan con líneas las diversas relaciones que los otros personajes establecen con él o entre ellos. Relaciones amorosas, sexuales, familiares o laborales que permiten situar a cada personaje primero en relación con Pumuky y luego con los demás personajes del libro.
Lucía Etxebarría profundiza en este libro en la idea de que lo verdadero no existe o, como dice el título del libro, lo verdadero constituye en realidad sólo un momento entre todo lo falso. Porque lo verdadero, que en nuestro caso es Pumuky y su corta vida, es contado por terceras personas que dan una opinión subjetiva sobre él y que está basada en recuerdos, a menudo no tan veraces como debieran por la influencia que ejerce en ellos la personalidad o conciencia de sus duenos. Así, los recuerdos, las historias, las anécdotas que los personajes narran son „falsas“ en cierto sentido, pero su suma consigue acercarnos a la realidad que es la vida de Pumuky, ya que mientras que los personajes no se conocen bien entre sí o no han sido del todo sinceros entre ellos, nosotros conocemos todos los relatos, y también la parte objetiva con la que la autora nos presenta a cada uno de ellos. Esta parte objetiva nos facilita la comprensión de las acciones que después ellos mismos nos cuentan, pues leemos datos sobre su infancia o su intimidad que ni locos ellos mismos hubieran revelado nunca a la supuesta autora de la biografía de Pumuky.
La estructura del libro es, en mi opinión, inmejorable para conseguir el efecto de mosaico que la autora pretende, y también lo es la combinación de los distintos estilos que utiliza. Así, de cada personaje la autora redacta en principio una presentación utilizando para ello un narrador omnisciente y en el que conocemos de manera más o menos objetiva qué es lo que le une a Pumuky o por qué en un momento dado se convierte en alguien importante en su vida. En el capítulo siguiente, es el personaje el que narra en primera persona cómo conoció a Pumuky, qué opina de él y su explicación de por qué ha muerto como ha muerto. Para cada uno de los relatos, además, Lucía Etxebarría emplea un estilo distinto, donde refleja la forma de hablar particular de cada entrevistado. Si comparamos las dos versiones de la historia de cada personaje, vemos que Pumuky tiene amigos que mienten, otros que son muy inocentes, otros que se creen muy buenos, y otros que nunca llegaron a entenderle. Y uno se da cuenta cuando lee el libro de que esta idea es real como la vida misma, suponiendo que la vida en sí pueda ser real, porque todos contamos las cosas que nos pasan según nos parecen, y sólo contamos, además, aquello que queremos contar. También suponemos en todo momento que nuestros recuerdos, al menos, son más o menos objetivos, cuando en realidad nuestro propio cerebro ya filtra la información que nos llega y la limpia de detalles que cree innecesarios o demasiado nocivos, de forma que nunca podremos estar seguros de que lo que recordamos sea lo que pasó en realidad o simplemente una reconstrucción de los hechos que nos beneficia con respecto al hecho real.
Siguiendo los consejos de la otra ratita os recomiendo este libro si queréis desconectar durante un viaje por su ritmo rápido y variado, que os hará engancharos desde la primera página y por lo interesante de la historia en sí, ya que uno termina conociendo más o menos bien a Pumuky y sintiendo de todo por él: amor, simpatía, atracción, odio, compasión e incluso miedo. Animaos también si sois de aquéllos que se lo pasan mal en una fiesta pero terminan posteando en su Facebook que la fiesta fue una pasada, o si no tenéis Facebook porque pensáis que Internet es la hiperrealidad del momento, donde a veces es más importante contar lo vivido, que vivir lo contado. Os hará pensar sobre ello. Leedlo también si os gusta Lucía Etxebarría, porque este libro no os decepcionará, y leedlo si no os gusta, porque os gustará.
De la misma autora yo os recomendaría también Beatriz y los cuerpos celestes. Con ese libro la conocí, y por ese libro la recordaré siempre. Yo no sé si Lucía Etxebarría plagia, pero si lo hace, oye, pues a veces lo hace muy bien.
Ratita de laboratorio
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