Recibí Las ilusiones perdidas justo el día de mi cumpleaños, en directo, mientras lo celebraba con amigos a ritmo de videollamada. Fue una buena elección, porque en ese momento andaba interesada por la literatura francesa, y estaba indagando sobre sus clásicos. Balzac no estaba entre mis primeras opciones, pero seguro que hubiera estado entre las segundas. Y la verdad es que, a pesar de ser un libro largo, me ha encantado.
Balzac publicó Las ilusiones perdidas dividida en tres partes en los años 1837, 1839 y 1843. Se incluye en La comedia humana, proyecto literario del autor que pretendía describir de forma detallada (y realista) la sociedad francesa a través de muchas novelas (planeó 147). Como curiosidad, los personajes de sus novelas saltan de una a otra, de forma que podemos seguirles y encontrarlos en diferentes libros y / o épocas de su vida. Su muerte le impidió terminar su obra.
Lucien y David son los protagonistas de Las ilusiones perdidas. Viven en Angulema, donde Lucien conoce a Madame Bergaton, de la que se enamora. Sueña con triunfar con sus poemas y hacerse conocido como escritor, pero para ello debe marcharse a París, ya que desde su provincia es difícil hacer contactos o darse a conocer.
Balzac describe a menudo a Lucien como poeta, pero como poeta de verdad: porque es romántico y no práctico, porque le gusta vivir bien, porque se enamora y no piensa en las convenciones sociales, porque no entiende las conspiraciones ni los dobles juegos. Esta personalidad le hará plantearse la posibilidad de hacerse periodista, a costa de arriesgar su talento.
Balzac, al parecer, no tenia muy buena relación con los periódicos de su época, ni con los críticos literarios, y aprovecha su novela para hablar de su funcionamiento, donde lo más importante no es la calidad de una obra. Me ha impresionado la descripción de su juego, y cómo en 1820 (época en la que transcurre la obra), según Balzac, los favores y los intereses marcaban el éxito de un libro o de una obra de teatro. También la forma de ganar dinero de los editores y de los prestamistas, y de cómo las apariencias eran muy importantes. Esos temas nos acercan a los protagonistas, y nos hacen sentir empatía, a pesar del paso del tiempo. Y es que ya todo está inventado…
Estoy segura de que Las ilusiones perdidas estaba en la lista de recomendados de la otra ratita por hablar de perdiodismo, y por eso se lo recomiendo a todos los que nos lean. Seguro que muchos quisieron ser (o son) también escritores, y quizá se identifiquen con Lucien. También es recomendable como bildungsroman. Volveré a Balzac: seguro.
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