En estos tiempos inciertos donde las vacaciones son una incógnita, decidí leer por fin el souvenir que me traje el año pasado de Roma. Un libro sobre romanos en inglés que prometía traerme buenos recuerdos. No me ha defraudado: he aprendido un montón sobre emperadores romanos y sobre intrigas de palacio, y he conocido a su narrador Clau-Clau-Claudio.
Robert Graves publicó Yo, Claudio en 1934. Es su novela más famosa, de la que hay segunda parte, Claudio, el dios y su esposa Mesalina.
Robert Graves (wikipedia) |
Claudio fue el cuarto emperador de la dinastía Julio-Claudia, emparentados con Julio César. Era tartamudo y cojo, ya que padeció polio de pequeño. Por eso fue relegado desde pequeño de los deberes familiares que le correspondían, y nunca nadie creyó que llegara a emperador, puesto que en su familia le creían deficiente.
El emperador Claudio fue historiador y, aunque sus obras están perdidas, se sabe que escribió su propia autobiografía. Graves imagina qué pudo haber escrito, y nos cuenta en su nombre las intrigas de poder de la antigua Roma, donde estar en la línea sucesoria implicaba correr un serio peligro de morir envenenado.
Claudio habla de Augusto y de su mujer, Livia, que era su abuela, y también de Tiberio y de Calígula. Y de todos aquellos que también pudieron ser emperador. No sé hasta qué punto todo lo que cuenta es cierto, pero sí parece plausible que consiguiera sobrevivir y llegar a ser emperador por haber pasado muchos años desapercibido.
Muy recomendable si os gustan las novelas históricas. Hay una serie británica basada en la novela, dicen que también está bien.
Ratita de laboratorio
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