miércoles, 20 de marzo de 2019

Los asquerosos, De Santiago Lorenzo

Los asquerosos ha sido uno de los libros del año, alimentado por el boca a boca y un título muy llamativo. ¿Quiénes son los asquerosos de los que habla Santiago Lorenzo? Mucha, muchísima gente; quizás algunas veces también nosotros mismos. 

La última obra de Santiago Lorenzo cuenta la historia de Manuel, un joven inteligente pero de escasas amistades, que trata de sobrevivir como puede con trabajos precarios en plena crisis a pesar de su carrera terminada. Atrapado sin quererlo en una manifestación, hiere a un policía que estaba a punto de agredirlo. Decide huir y esconderse en la España profunda, en un pueblo de nombre imaginario en algún punto de las dos Castillas. Se convierte en el escondite perfecto hasta que llegan sus vecinos. 

El narrador de la historia de Manuel es su tío, que cuenta la fuga de su sobrino y cómo lentamente se va convirtiendo en un ermitaño feliz de vivir sin nada y sin nadie. Sobrevive a base de pedidos mínimos al Lidl más cercano y su único vínculo con la sociedad son las llamadas diarias, de control, entre tío y sobrino. Poco a poco Manuel se va sintiendo más pleno: una plenitud libre de caprichos, de móvil, de coche, de televisión, incluso de gel de ducha y champú, que le sirve a Lorenzo para descargar críticas mordaces contra la sociedad actual. Con un humor muy ácido, especialmente corrosivo cuando llegan las visitas, Lorenzo retrata a un hombre opuesto en todo al prototipo de ciudadano normal: no tiene apenas nada pero nada le falta; vive en plena naturaleza sin postureos; se ocupa de su propia supervivencia en una tarea que lejos de incomodarle le gusta; disfruta de sus horas vacías sin límites ni reglas y se da el lujo de desperdiciar el tiempo; es feliz, en suma, con su inmensa soledad autoimpuesta. Con una libertad que le llega, sobre todo, al no cruzarse jamás con nadie. 

Las páginas más divertidas, e inquietantes, son las dedicadas a los asquerosos, los "mochufas", como él los llama; tras relatar durante páginas y páginas el paraíso sin luz ni agua corriente en el que acaba terminando Manuel, Lorenzo se ensaña con la familia que termina conviviendo en el pueblo con él. Sus costumbres, algunas de las cuales compartirán con algún lector, suenan ridículísimas narradas por Lorenzo y más aún en contraste con la vida eremita de Manuel. Lorenzo escribe muy bien y es especialmente bueno al hacer sangre con los asquerosos que vienen a amargarle la vida a su protagonista. En muchas páginas es imposible no reírse. Aunque haya tanto que nos suene muy cercano o quizás precisamente por eso. 

Ratita presumida


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